Alemania en la revolución francesa

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Aceleración de los cambios

En la época contemporánea destacan tanto el desarrollo moderno como los problemas (revolución burguesa, crecimiento demográfico, crisis políticas, económicas, sociales…) que han dado lugar a las distintas corrientes ideológicas.

En primer lugar, el liberalismo, que defiende la igualdad de todos los individuos en dignidad y derechos, la libertad económica y política; así como la igualdad de todos ante la ley y la exclusividad soberana del Estado. Esta corriente es una respuesta a las tensiones asociadas a la libre competencia y al conflicto de todos los sistemas de privilegios sociales y territoriales. Promueve la búsqueda de la libertad frente al poder, ya que el Estado es representado como un elemento peligroso que amenaza la libertad individual. Al igual que la revolución francesa considera que la masa es también una amenaza para la libertad.

El nacionalismo, cuyo concepto de nacíón reside en la relación que hay entre el Estado y la sociedad, con origen en la Ilustración, afirma la emancipación del mundo político. Surge en una sociedad dominada por el cambio en la que se da respuesta a tres problemas: en primer lugar, para que se siga proporcionando la seguridad y el cumplimiento de la Ley, el Estado debe desarrollar nuevos medios de control; la movilización de la sociedad, que necesita nuevas formas de identidad y sentido; por último, una profunda crisis de valores como consecuencia de las situaciones de conflicto, a la que se le tiene que dar una respuesta nacional desde el Estado.

Para superar las principales contradicciones del liberalismo económico, surge el socialismo. El cual tiene dos vertientes incompatibles: el socialismo “utópico” y el socialismo revolucionario marxista o anarquista. El primero admite las políticas del liberalismo y lo que pretende es incorporar a las clases trabajadoras al sistema, un ejemplo es el surgimiento del partido laborista en Gran Bretaña. El segundo niega las políticas liberales derivando tras la revolución rusa en el comunismo.

Después de la primera Guerra Mundial parecía que la democracia progresaba en todas partes. Los estados que habían surgido después de la guerra iban aprobando sus constituciones y también el sufragio universal (incluso el femenino). Los socialistas ganaban fuerza acercándose al poder y se ampliaba la legislación social (jornada de ocho horas, programas de seguridad…). Sin embargo, también aumentaron los problemas. Los nuevos estados eran pequeños y carecían de una amplia clase media, las nuevas fronteras dificultaban la circulación comercial; la clase obrera de Viena vivía en la miseria, también había malestar en las minorías alemanas.  Todo ello unido a los graves problemas agrarios debido a que las nuevas granjas eran muy pequeñas, sus propietarios no tenían capital ni preparación y conocimientos, no se incrementó la productividad y surgieron diferencias entre campesinos y jornaleros. Por otro lado, en Alemania se apoyaba la democracia, pero no se aceptaba el Tratado de Versalles. Por eso y a falta de la colaboración de los países aliados (Francia, GB), Alemania se alió con la URSS encontrando ahí un mercado y los rusos ganaron un aliado que les apoyase.

En respuesta a toda esta situación nacíó el fascismo, un movimiento revolucionario, nacionalista, totalitario y anticomunista. Esta corriente es totalmente contraria a la dictadura pues esta se utiliza como un medio temporal para superar una crisis. En cambio, el totalitarismo pretende ser permanente. Surgíó primeramente en Italia, fundado por Benito Mussolini, seguido por la Alemania del Tercer Reich de Adolf Hitler

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