Actos Humanos y Libertad: Una Perspectiva Ética
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Actos Humanos y Actos del Hombre
Acto humano: acto consciente donde la inteligencia, la voluntad y la libertad van de la mano. El hombre elige ser lo que es. La reflexión ética se centra en la relación entre persona y acto humano.
Lo voluntario indica la facultad de la cual dependen los actos. Vinculamos el acto y su cumplimiento a la persona, buscando profundizar en su significado.
Serán actos verdaderamente “humanos” aquellos que el hombre ejerce con dominio, en cuanto tal. Serán actos “del hombre” aquellos realizados sin dominio específico humano, bajo el impulso de alguna necesidad natural.
Por eso, el hombre es responsable solo de sus actos ejercidos libremente. Y a la inversa, pocos actos del hombre son solo actos del hombre, porque la libertad influye en la mayoría de nuestros comportamientos, incluso los involuntarios.
El hombre tiene el deber de practicar el bien, pero no cualquier bien es un valor ético. Solo aquel que perfecciona su naturaleza humana en su totalidad.
Antes de obrar, el hombre se “representa” su acción y se la propone intencionalmente con su voluntad. El acto humano está “motivado”, “finalizado”.
La razón es que la voluntad se mueve por el bien: el bien tiene razón de fin. El hombre, por su voluntad natural, busca en todas las cosas su perfecta actuación, que llamamos felicidad.
El hombre tiene libre albedrío, es dueño de su acto. Sin embargo, la libertad no se limita a la elección de medios para un fin necesario, pues el hombre elige el fin mismo al poner su felicidad en algo. Tampoco toda su voluntad se define por el apetito de la felicidad.
Una Libertad “Limitada”
Mi libertad es limitada porque está motivada y legitimada por razones para actuar. La voluntad humana no es enteramente gratuita, sino una iniciativa legitimada por un motivo, una opción que puede invocar razones.
Hay motivos primarios, motivos más elaborados de la vida cotidiana, y valores morales: actuar porque “debo”.
En todos estos niveles, la libertad no elige y decide en virtud de una iniciativa absoluta, sino sobre el fondo de una receptividad fundamental. Somos libres, pero para ciertos fines.
La Estructura de la Acción Humana
- La aprehensión intelectual del bien
- La voluntad por la que este bien se apetece
- La intención por la que se tiende a él
- El consejo, por el que se consideran los medios para obtenerlo
- El consentimiento por el cual la voluntad aprueba estos medios
- La elección por la que se retiene el medio más apto
- El imperio por el que la razón ordena y manda al medio
- El uso por el que la voluntad aplica a la obra potencias ejecutorias
- El gozo por el cual la voluntad se deleita en el bien
Se trata de distinguir diversos aspectos de una misma acción concreta, según nace de la interioridad de la voluntad y se expresa en la exterioridad. No todos los actos descritos están siempre presentes. Por ejemplo, cuando se da un solo medio, no hay deliberación si sigo queriendo el fin.
Lo Voluntario y lo Involuntario
El acto libre se ilumina por el conocimiento del objeto y por la conciencia del sujeto: ambas son necesarias para que el acto sea imputable al sujeto. Así, cuanto menos voluntario es el acto, se convierte en actividad sin la intervención del juicio. En el poder de la voluntad está el “querer” y el “no querer”.
La ignorancia hace que el acto sea “involuntario”. El miedo disminuye la libertad y la voluntad del acto. Lo que se hace por miedo está mezclado de involuntario y voluntario. La pasión aumenta la voluntad pero disminuye la libertad.
No es lo mismo “voluntario” y “libre”. Lo voluntario se refiere a la fuerza de la voluntad, al ímpetu por el cual tiende hacia su objeto. La libertad se refiere al modo cómo depende del sujeto, con o sin dominio del acto. El ímpetu de la pasión, cuando la voluntad la sigue, no se realiza fuera de la voluntad, sino que la dinamiza desde dentro, integrando la unidad que es el hombre.