Acción Democrática en Venezuela: Legado y Resistencia (1945-1958)
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El período de Don Rómulo Gallegos fue iniciado en medio de una gran fiesta popular latinoamericana. El pueblo festejó en las calles a su primer presidente electo en las urnas y de todas las naciones de la región vinieron políticos, intelectuales y artistas a celebrar con Venezuela. Sin embargo, nueve meses después, el 23 de noviembre de 1948, Gallegos caería por una cuartelada militar, urdida por los mismos militares que acompañaron a AD el 18 de octubre.
IV. 1948-1958: El exilio y la resistencia clandestina
Lo que se desarrolló durante este decenio puede considerarse el momento más heroico de la vida del partido. El golpe de 1948 y la hegemonía militar que de allí se siguió, no tiene parecido con los regímenes de los generales López Contreras o Medina Angarita. El General Marcos Pérez Jiménez, líder de esta época, se parece mucho más a los militares de carrera que han actuado bajo un régimen militar-tecnocrático sin vocación democrática alguna, característico de algunos países de América Latina de los años sesenta y setenta. Lo que se pretendió ensayar entonces fue una modernización acelerada para la sociedad venezolana, sin miramientos sociales, y acompañada en lo político de una especie de alianza corporativa entre sectores empresariales, Iglesia y Fuerzas Armadas.
Inmediato al golpe fueron disueltos Acción Democrática, los sindicatos afines al partido y perseguidos y expulsados sus líderes. Con los años, los otros partidos de oposición uno a uno, empezando por el PCV, seguirían la misma suerte. La libertad de expresión y organización, precarias en los primeros años, dejarían de existir a partir de 1952, cuando Pérez Jiménez, cumpliendo con el ofrecimiento que había hecho de convocar a elecciones, confrontado con una derrota segura, desechó sus promesas y se erigió en dictador.
Durante estos años, la represión política puede considerarse crecientemente brutal. Los cuadros más altos del partido, hombres como Betancourt, Gallegos, Valmore Rodríguez, Leoni, Barrios, Andrés Eloy Blanco, Prieto Figueroa, Montilla, Lander, López Gallegos, tomaron el camino del exilio, algunos de ellos luego de haber sido encarcelados por meses. Otros, por mística y por haber sido designados por el partido, se quedaron o regresaron para tratar de organizar la resistencia interna. El imperativo, a medida que pasaban los meses y los años, fue la mera sobrevivencia de la organización.
Muchos fueron los hombres y mujeres que en la Venezuela de esos años se sacrificaron en aras de la perdurabilidad del ideario del partido. Dos de los jefes de la resistencia murieron asesinados por el régimen: Leonardo Ruiz Pineda y Alberto Carnevali. Pero otros muchos anónimos también dieron sus vidas para perpetuar al entonces llamado “partido del pueblo”. Entre 1954 y 1956 la situación era desesperanzadora, los mejores cuadros habían caído en las fauces de un gobierno que utilizaría crecientemente toda forma de terrorismo y represión para acallar la protesta.