Reyes Católicos.

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LOS RRCC. CONSTRUCCION DEL ESTADO MODERNO. El matrimonio entre Isabel de Castilla y Fernando de Aragón constituyó el inicio de un nuevo Estado: la Monarquía Hispánica, englobando así a los dos principales reinos peninsulares: la Corona de Castilla y la de Aragón, lo que no significó la unificación política de ambos reinos. Cada corona mantuvo sus propias instituciones de gobierno.

            Castilla era el territorio más poderoso de la nueva monarquía, tanto por su mayor población como por su dinamismo económico. Era el preferido de los Reyes Católicos ya que sus instituciones eran similares en todo el reino y fácilmente controlables por el poder real (en la Corona de Aragón el poder del rey estaba más limitado). Así pues, la supremacía castellana acabó favoreciendo la difusión de sus costumbres, leyes y lengua por el resto de los territorios.

            Su política interior tenía como objetivo fortalecer los poderes del Estado, para lo que crearon organismos como la Santa Hermandad. Además intentaron mantener a la Iglesia sometida a su autoridad consiguiendo del papado que la Inquisición española dependiera de la monarquía y no de Roma. También intentaron revitalizar las regalías, que suponían, entre otras cosas, un control en el nombramiento de obispos, y mejorar ciertos aspectos de la vida eclesial. Para ello contaron con la ayuda de clérigos reformadores como el cardenal Cisneros.

Otro objetivo era conseguir el uniformismo religioso, para lo que se creó el Consejo de la Suprema Inquisición (1478), reforzadora del poder real, ya que tenía jurisdicción tanto en Castilla como en Aragón y dependía directamente de los monarcas.

El uniformismo religioso se concretó con la expulsión de los judíos, muchos de los cuales optaron por convertirse al cristianismo para permanecer en España, lo que a su vez supuso que fueran vigilados y perseguidos por la Inquisición; y la persecución de los mudéjares. Se lograba así un Estado más homogéneo, cohesionado por el factor religioso.

            La política exterior de los Reyes Católicos tenía principalmente como objetivos:

  • La unificación de la península Ibérica, cuyo primer acto consistió en la conquista del reino nazarí de Granada (1492), y el segundo paso fue la anexión de Navarra (1512). Por último, la política hacia Portugal fue la del acercamiento mediante enlaces matrimoniales.
  • La continuidad de la expansión hacia el Mediterráneo y hacia el Atlántico. En el Mediterráneo el objetivo principal fue frenar los intentos franceses de ocupar el reino de Nápoles, integrado finalmente en la Corona de Aragón (1503). También estaban interesados en la conquista de enclaves en el norte de África, consiguiendo Melilla en 1497, Orán y Trípoli, pretendiendo así evitar las actividades de los piratas berberiscos y detener el avance turco por el Mediterráneo occidental. Por otro lado, en el Atlántico, trataron de completar la conquista de las islas Canarias (1496). La política atlántica de la monarquía culminó con el descubrimiento de América en 1492 y la incorporación de sus tierras a la Corona de Castilla.


  • El establecimiento de una diplomacia determinada por el enfrentamiento con Francia. La corona española buscó aliados contra Francia para defender sus intereses, entre los que destacaron el papado, Inglaterra y el Sacro Imperio. Entre estos dos últimos se sellaron alianzas matrimoniales, como la de Felipe el Hermoso y Juana de Castilla.

            Aunque los Reyes Católicos no unificaron las estructuras políticas de sus reinos, mantuvieron intactas sus instituciones y la legislación foral; procuraron también reforzar los organismos que favorecían el poder real. Esto fue más efectivo en Castilla, donde aplicaron su política autoritaria y centralizadora, que en Aragón, donde sobrevivía el pactismo y las instituciones forales restringían la actuación de los reyes.

Los Reyes Católicos pretendían socavar los privilegios políticos de la nobleza, la Iglesia y las ciudades, y hacer más efectiva la administración del Estado. Para ello reformaron instituciones ya existentes, especialmente en Castilla:

  • Se reorganizó el Consejo Real de Castilla que pasó a ser el principal órgano de gobierno. Se profesionalizó la institución y, aunque nobles y eclesiásticos formaban parte de ella, los monarcas introdujeron en su composición funcionarios con formación jurídica. Con esto la aristocracia perdió influencia política. Sus funciones eran muy amplias: desde tribunal supremo hasta órgano asesor del rey en cuestiones internas y externas, hacendísticas, etc.
  • Se crearon nuevos cargos. Los secretarios reales eran funcionarios reales con formación en leyes y de la confianza de los monarcas, que efectuaban tareas de conexión entre los consejos y los reyes. Los virreyes eran los representantes de los soberanos en los territorios en los que estos no se hallaban presentes.
  • Se redujo el papel de las Cortes de Castilla. Su importancia política fue decayendo, ya que algunas de sus funciones fueron asumidas por los consejos. Sus reuniones se espaciaron y solamente se convocaban para jurar al heredero al trono o para aprobar subsidios extraordinarios.
  • En la administración municipal castellana se revitalizó el cargo de corregidor. Lo designaba el rey que gobernaba las ciudades con competencias administrativas, judiciales y militares. Su actuación limitó la autonomía de los municipios y el poder de las oligarquías locales, lo cual favorecía la autoridad real.
  • Se reorganizó el sistema judicial, escalonando la importancia de los tribunales: los corregidores a nivel local, las Chancillerías a nivel regional y el Consejo Real de Castilla (tribunal supremo).

            En la Corona de Aragón las reformas fueron más irrelevantes. Destacaron la introducción de la figura del virrey y del sistema de insaculación para elegir los cargos municipales. Pero con la Inquisición se reforzó el poder real, ya que estaba bajo el control de los monarcas y tenía amplias competencias.

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