El reinado de Fernando VII

Reinado de Fernando VII

Su gobierno se divide en tres etapas:

Sexenio Absolutista (1814-1820)

Tras la guerra, hubo un gran problema que era integrar al monarca al modelo político de la Constitución de 1812. Fernando VII había abandonado el país como rey absoluto y debía regresar como constitucional. Los liberales hicieron que Fernando viajara a Madrid a jurar la Constitución. Pero los absolutistas elaboraron el Manifiesto de los Persas para volver al antiguo régimen que Fernando firmó y anuló la Constitución de 1812.

La monarquía restauró las antiguas instituciones y la inquisición. Era una vuelta al antiguo régimen determinado por la derrota de Napoleón y crearon la Santa Alianza para defender el absolutismo.

Fernando se encontró con estos problemas: el país destrozado por la guerra, una agricultura deshecha, comercio paralizado, finanzas en bancarrota, la burguesía había cambiado de mentalidad y las colonias luchando por su independencia.

Los liberales conspiraron en las logias masónicas y en las sociedades secretas y buscaron la alianza con el ejército. Guerrilleros salidos del pueblo ocuparon altos cargos, esto chocó con los viejos cuadros del ejército.

El método clásico de intervención del ejército fue el pronunciamiento, solían fracasar porque las unidades sublevadas eran pocas. Los pronunciamientos se pagaron con la muerte.

Trienio Constitucional (1820-1823)

Durante el sexenio absolutista, Fernando VII tuvo problemas que no pudo resolver, por lo que los liberales conspiraban contra él. El 1 de enero de 1820 triunfó un pronunciamiento encabezado por el teniente Riego, que proclamó la validez de la Constitución de Cádiz, así se inició el trienio liberal.

La primera medida de Riego fue proclamar una amnistía y convocar elecciones a Cortes. Las elecciones dieron la mayoría de diputados a liberales. Restauraron gran parte de las reformas de Cádiz, como la libertad de industrias, abolición de gremios, venta de tierras de los monasterios. Establecieron la disminución del diezmo y reformas en el sistema fiscal, código penal y ejército. Se formaron los ayuntamientos y se reconstruyó la milicia nacional.

El rey aceptó el nuevo régimen forzado por las circunstancias y paralizó todas las leyes que pudo y conspiró contra el gobierno con ayuda de los absolutistas europeos. La nobleza y el clero también lucharon contra el trienio, crearon una regencia en Urgel. Los campesinos también mostraron su malestar ya que no les facilitaron el acceso a la tierra. Las tensiones hicieron que los liberales se dividieran: los moderados, querían pocas reformas y los exaltados, querían reformas radicales.

Lo que provocó el fin del trienio liberal fue la Santa Alianza que encargó a Francia que interviniera. Los Cien Mil Hijos de San Luis irrumpieron en España y nombraron a Fernando monarca absoluto.

Década Ominosa (1823-1830)

Tiene dos fases: la primera hasta 1826 represiva y destructora; y la segunda desde 1826 se inaugura una política templada.

La vuelta al absolutismo inició un periodo de gran represión, muchos liberales fueron ejecutados y otros tuvieron que marchar al exilio. La iglesia volvió a ser el mayor aliado de Fernando. A partir de 1826 se inició una etapa moderada debido a la gravedad de las circunstancias, era necesario practicar una nueva política económica inspirada en principios liberales. Se creó el Banco de San Francisco y la Caja de Amortizaciones y se protegió la industria nacional, se creó el Consejo de Ministros, la Junta de Fomento y la Bolsa de Madrid. Estas reformas hicieron que los absolutistas pensaran que Fernando se había vendido a los liberales y querían proclamar rey a Carlos María Isidro.

Fernando no tenía descendencia y se casó con María Cristina que quedó embarazada y el rey anuló la Pragmática Sanción Salica. Unos meses más tarde nació Isabel. A la muerte de Fernando, Isabel fue nombrada reina y su madre María Cristina regente. Los partidarios de Carlos se revelaron y los liberales apoyaron a Isabel, así comenzó la primera guerra carlista.