Regencia de María Cristina y Espartero

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Regencia de María CristinaJuntismo y radicalismo liberal Las mayores beligerancias contra la política gubernamental provenían de la calle y de la prensa. Forma gobierno José Mª Queijo de Llano, Conde de Toreno, duró 3 meses. Fueron incapaces de controlar la oleada de motines populares e insubordinación provincial, promovida por el movimiento de liberalismo exaltado (especialmente violento en Barcelona). Consolidado el levantamiento revolucionario provincial, se formaron juntas revolucionarias que consiguieron desplazar las autoridades provinciales. La milicia urbana se aglutinó en Madrid y envió un escrito de peticiones a la reina gobernadora en la Granja de San Ildefonso, pedían un nuevo gobierno:Exclaustración de regulares, Restablecimiento de diputaciones provinciales,Alistamiento de 200.000 soldados (para combatir el ejército carlista),Ampliación de la ley de la milicia urbana,Libertad de imprenta,Una nueva ley electoral,Una reunión de Cortes.A Toreno le quedaban pocas posibilidades de maniobra política ante el ?desorden de provincias?, dimite en septiembre de 1835. Le sucedió su ministro de Hacienda, el banquero Mendizábal.La dictadura ?liberal? de Mendizábal Gobernó durante 8 meses, fue presidente y a la vez ministro de Hacienda y virtual dictador sobre las Cortes, a las que arrancó poderes extraordinarios. Contuvo y subordinó las juntas revolucionarias al poder central. En 4 meses consiguió apaciguar los ánimos y transformar a los amotinados en adeptos y a los desobedientes juntistas en fieles progresistas. Reconvirtió las propias juntas en diputaciones provinciales, así logró el control político. Las Cortes fueron amordazadas y se anularon las instituciones liberales, así que los liberales críticos (moderados o progresistas) crearon un foro para sus debates contra un poder cada vez más absorbente (Ateneo de Madrid). La nueva sociedad fue organizada por ?Don Álvaro? (Ángel de Saavedra, Duque de Rivas). Contó con Larra y fue un punto ineludible para intelectuales románticos y políticos en desgracia. Reformas de Mendizábal: · Medidas ?hacendísticas? y reestablecimiento del crédito del Estado· Medidas de disolución y desamortización eclesiásticas. Prohibió a los obispos ordenados más religiosos. Suprimió conventos y congregaciones religiosas. Calificó de ?bienes nacionales? a las propiedades de conventos y comunidades suprimidas, o puestas a subasta pública. Expropiación de bienes del clero secular. Prohibió cualquier percepción de contribución directa por la Iglesia (diezmo).· Reforma de la movilización y gastos militares. Movilización militar de una quinta de 100.000 hombres para acelerar el fin de la guerra carlista. Hubo una resistencia popular a esta mediada y quedó en 50.000 hombres. Recurrió a exenciones de aislamiento mediante pagos (provocó discriminación social y no solucionó el problema militar). Mendizábal recurrió al empréstito (así contradecía sus propias medidas). El motín de los sargentos de la Granja La reina gobernadora se negó a aceptar una amplia renovación de altos cargos militares propuestos por el ministro de Guerra de Mendizábal. Éste dimitió de su cargo presidencial, pero él y sus amigos progresistas fueron llamados de nuevo en las siguientes semanas. Fue secundado por Francisco J. de Istúriz. Se creó un ambiente enrarecido y de tensión. En este ambiente fueron configurándose, definitivamente, las 2 corrientes liberales: progresistas y moderados. Istúriz cierra Cortes y pide la convocatoria de otras nuevas, para reformar el estatuto real. El proceso electoral no tuvo lugar, porque se interpuso un levantamiento provincial, dominado por un motín de la guarnición de la Granja de San Ildefonso, aprovechando la estancia en el real sitio de la reina gobernadora. Esta urgió a Mª Cristina la ineludible rehabilitación de la Constitución de 1812. El nuevo periodo constituyente fue presidido por José Mª Calatrava, compartido con Mendizábal. Duró un año. Desplazaron y sustituyeron funcionarios. Tras convocar las Cortes, una mayoría progresista aprobó la nueva Constitución de 1837. Calatrava se vio desplazado por un nuevo forcejeo militar de oficiales, intromisión de los moderados para debilitar el gobierno progresista. Fue sustituido por Azara (de 61 años). La reina gobernadora tentó para el cargo Espartero, pero sin éxito.Gobiernos moderados El nuevo gobierno de Azara duró 4 meses, en él tuvieron lugar el proceso electoral y la formación de nuevas cortes de mayoría moderada (Martínez de la Rosa, Toreno, Alcalá Galiano). D. Carlos nombró a jefe máximo del ejército carlista a Maroto, que en un año aceleraría el fin de la contienda civil al negociar el armisticio con Espartero. Tras la caída del gobierno de Bardexi Azara, Narváez (famoso por la guerra carlista) propuso como nuevo presidente del gobierno moderado a otro más anciano: Narciso de Heredia, conde de Ofelia. Realizó reformas en la educación. Le sucedió el conde de Frías, duró 3 meses. Le continuó el gobierno de Pérez de Castro. En 1839 liberó el subsuelo minero, para relanzar la explotación. Con la influencia de Espartero se firma el Convenio de Vergara el 31 de Agosto de 1839, el cual ponía fin a 7 años de guerra civil. Con esta hazaña, Espartero consigue el título de duque de la victoria. Los moderados ganan las elecciones. Se presentó a debate una ley de ayuntamientos que reforzaba la iniciativa y el control del poder central, suponía la destrucción de la independencia municipal. Para los moderados esto suponía la definitiva configuración de un estado moderno. También supuso una guerra declarada a la corriente progresista. María Cristina sancionó la ley, esta vez repercutió más su decisión, ya que se produjo el relevo de la propia regente por Espartero. Regencia de Espartero Baldomero Espartero accede a la Regencia en 1840, había alcanzado mucho prestigio por la guerra carlista. Se propuso defender la Constitución de 1837, y tenía una clara preocupación por ?mantener el orden?, como militar que era.Revolución de 1840 y traspaso de regencia El curso político del régimen liberal en 1840 estuvo ampliamente dominado por las expectativas contrapuestas de moderados y progresistas, acerca de cambios institucionales como el que promovería una ley de ayuntamientos.Los moderados estaban dispuestos a eliminar la fuerza electoral progresista y ampliar en su favor el poder central y las facultades de la regente. La oposición progresista vio en la reforma municipal, además de una derivación partidista de la ley propuesta, una elemento de revisión constitucional inadmisible (formaba parte de la Constitución de 1837). Para ellos los ayuntamientos representaban la voluntad popular. Iniciaron un movimiento re revoluciones urbanas provinciales. Y comenzaron a llegar peticiones de ayuntamientos progresistas a Espartero, manifestando sus temores y peticiones. Surgen insurrecciones contra la regente y aclamando a Espartero. La revolución provincial se extendió hasta implicar a Madrid, donde se formó una Junta Radical. María Cristina (un poco por miedo a que revelaran su matrimonio) planteó su renuncia al cargo de regente y se exilió a Paris. Espartero la sustituyó provisionalmente y los progresistas veían de nuevo abiertas las puertas al poder. La regencia provisional: unitarios y trinitarios La regencia provisional duró 7 meses, hasta mayo de 1841. En este momento se agrietó el partido progresista y surgieron 2 bloques: los ?unitarios?, partidarios de encomendar la regencia a Espartero, y ?trinitarios?, convencidos de la necesidad dela ponerla en manos de 3 personas. Los moderados optaron por respaldar la 1ª opción, para así avivar la tensión en sus oponentes políticos. La falta de tacto político de Espartero quedó en evidencia con los primeros nombramientos, en los que quedaba patente el reparto de favores y las prebendas. Pero aquellos que no recibieron favores no beneficios del gobierno de Espartero formaron, entre 1840 y 1843, una oposición de progresistas disidentes dentro de su propio partido, encabezado por el abogado Salustiago Olózaga. Una regencia que pierde base Dos problemas introdujeron inestabilidad a la regencia de Espartero: el golpe militar, como anticipación a la conspiración en marcha, y la cuestión algodonera, como irreparable choque con el mundo económico e industrial. La revuelta de Barcelona provocó un hundimiento interno del partido progresista. Se produce un nuevo levantamiento, pero esta vez dirigido por los moderados.

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