4. distribución personal o familiar: renta final disponible

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La renta nacional no es la renta que realmente se puede gastar. Para calcular la renta nacional disponible es preciso añadir los impuestos directos, cotizaciones sociales, donaciones y otras transferencias corrientes de renta que se reciben de los no residentes, menos la cuantía que se destina a los no residentes.

La renta disponible de las familias suele ser la variable que se considera para estimar su poder adquisitivo (capacidad de compra).

En la medida en que lo que se quiere conocer es la capacidad de gasto de las familias se plantea si no sería preferible considerar el gasto de las familias como un indicador más adecuado de la renta permanente de las familias.

El ingreso o renta disponible de los individuos o familias, que se estima en la Encuestas de Presupuestos Familiares, no es equivalente al concepto de renta nacional disponible que utiliza la Contabilidad Nacional.

El ingreso o renta monetaria disponible de las familias u hogares es la variable que se toma como referencia inicial. La distribución personal de la renta monetaria no refleja bien la capacidad adquisitiva real de los distintos individuos o familias ni el grado de desigualdad.

La distribución personal de la renta se representa gráficamente en la denominada curva de Lorenz. Ésta refleja una función en la que en el eje de abscisas se mide la proporción de la población, y en el eje de ordenadas la proporción de renta, clasificados de menor a mayor nivel de renta.

OTROS ÍNDICES

Índice de desarrollo humano (IDH) de las Naciones Unidas, que combina las siguientes variables: la esperanza de vida al nacer, el nivel de educación de la población como un índice compuesto de la tasa de alfabetización y de matriculación en los distintos niveles de enseñanza, y el nivel de ingresos medido por el PIB per cápita en términos de paridad de poder adquisitivo.

5. DESIGUALDADES DE RENTA Y POLÍTICAS DE REDISTRIBUCIÓN

El grado de desigualdad en el reparto de la renta disponible de los hogares, por un lado, es un reflejo de la disparidad de oportunidades y esfuerzos de las familias para conseguir dichas rentas; por otro lado, la evaluación sobre su significado y alcance depende de valores sociales como la aversión al riesgo o a la desigualdad, y de apreciaciones subjetivas sobre el esfuerzo, la riqueza, la solidaridad y otros factores análogos.

La pobreza se fija como un cierto nivel respecto a la renta media de cada país. En la Unión Europea se ha impuesto el criterio de utilizar el 60 por 100 de la mediana de la distribución de ingresos por unidad de consumo (hogar). La pobreza es el porcentaje de población por debajo de dicho umbral (tasa de pobreza).

En el período 2000-2005 la desigualdad en la distribución de la renta en España parece haberse estabilizado, aunque la tasa de pobreza ha aumentado. En el conjunto de la Unión Europea el nivel de pobreza permanece invariable mientras se incrementa la desigualdad. España mantiene niveles de desigualdad y pobreza superiores a la media europea, pero se acerca a dicha media en cuanto a desigualdad y se aleja en lo que se refiere al grado de pobreza.

En el contexto internacional, España aparece como un país de alta renta per cápita y alto índice de desarrollo humano, y con un patrón de distribución interna de la renta situado en valores medios.

En general, se constata que las desigualdades tienen causas profundas cuyos efectos se palian por las políticas redistributivas, pero no se corrigen. Es evidente que la distribución personal de la renta es más igualitaria después de considerar el resultado de las transferencias e impuestos corrientes. Las consecuencias que tienen las restricciones a la competencia existentes en los mercados sobre la distribución personal inicial de la renta pueden mitigarse mediante la política fiscal y de gasto social. No deben sustituir en ningún caso a las políticas de defensa y fomento de la competencia, que condicionan la distribución primaria de la renta.

La redistribución de renta no ha dejado de intensificarse. En el período 2000-2005, el peso de las transferencias corrientes, tanto recibidas como pagadas por las familias, aumentó ligeramente.

En ese mismo período se mantiene el nivel de las prestaciones sociales en efectivo y aumenta el de las transferencias sociales en especie y las otras transferencias corrientes. También se incrementa la tensión fiscal y el pago de cotizaciones sociales.

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