Temática de Descartes

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Tema

: El “cogito” y el criterio de verdad

A Descartes le parecía que la filosofía escolástica, en la que se basaban los saberes de su época, estaba llena de errores o, al menos, no permitía conocer nada con seguridad, porque los escolásticos partían de tantas ideas preconcebidas (que jamás ponían en duda) que resultaba imposible tener certeza absoluta de ninguna supuesta verdad. Por eso, rompíó totalmente con la filosofía de su época y pretendía descubrir la verdad, sin confiar en la autoridad de ningún filósofo anterior, sino basándose tan sólo en la razón. Ahora bien, aunque, según él, la razón se encuentra en todos los hombres (puesto que constituye la esencia del ser humano), suele ser mal usada y desviada de su camino hacia la verdad por los prejuicios, la precipitación, las pasiones, etc., y esto nos hace caer en el error. De manera que será necesario encontrar un método que, como dice el título completo de su Discurso del método, nos permita “guiar bien la razón y buscar la verdad en las ciencias”.Pero, ¿es posible basar todas las ciencias en un único método de conocimiento? Para los escolásticos, que seguían la filosofía de Santo Tomás, basada a su vez en la de Aristóteles, las ciencias no sólo se distinguían por su objeto de estudio sino que cada ciencia debía tener su propio método. Sin embargo, Descartes encuentra que las únicas ciencias que siguen un método seguro, que les permite tener absoluta certeza de sus conclusiones, son las matemáticas y, por ello, propone el método matemático como modelo de racionalidad en el que deben basarse todas las ciencias. Pues, según él, si adaptamos ese método a todas las ciencias conseguiremos la misma certeza en ellas que en las matemáticas. Así que veamos cuáles serían las reglas de ese método que el aplica, en primer lugar, a la metafísica, por considerarla el fundamento de todas las ciencias. a) La primera regla es la de la evidencia
: según ésta, para no tomar nunca por verdadera una idea que sea falsa, no debemos admitir nada como verdadero si no es evidente que lo es. Sólo debemos aceptar como verdaderas las ideas que se presenten (a nuestra mente) de un modo tan “claro y distinto” que no sea posible ponerlas en duda. Donde se entiende por “claridad” la presencia inmediata de la idea a la mente que la piensa (frente a las ideas oscuras cuya verdad no podemos intuir directamente) y por “distinción” la separación de dicha idea del resto de las ideas (es decir, que la idea no esté mezclada o confundida con otras ideas). Con lo cual, la evidencia se basa en la intuición directa de la idea, de modo que la verdad de dicha idea resulte indudable y podamos tener, por tanto, la certeza o seguridad de que la misma es verdadera.c) La tercera regla es la de la síntesis: que se basa en el procedimiento deductivo de la geometría (de acuerdo con la idea de que toda ciencia debe ordenarse de un modo similar al de las matemáticas). Consiste, según Descartes, en hacer que nuestro pensamiento siga el orden deductivo de las matemáticas. Pues, si las matemáticas y, en concreto, la geometría, parte de unos “axiomas”, que son unas verdades tan evidentes que resulta imposible dudar de ellas, para deducir otras verdades, llamadas “teoremas”, de las que también podemos tener certeza por haber sido extraídas, de manera lógica, a partir de dichos axiomas, al adaptar ese método a todas las ciencias conseguiremos la misma certeza. De acuerdo con lo cual, el método de Descartes partirá de las ideas más simples y evidentes que encuentre para deducir de ellas otras ideas más complejas.Pero, ¿cómo aplica Descartes estas reglas (que según él deben aplicarse a toda ciencia), a la metafísica en su Discurso del método
? Como su objetivo es estar seguro de que lo que conoce es cierto; alcanzar un primer principio cierto del que poder deducir el resto de verdades de la metafísica, comienza rechazando cualquier conocimiento del que pueda tener alguna duda (tanto el que le proporcionan los sentidos como el que procede de la razón) y sólo acepta como verdaderas aquellas ideas que le parecen indudables. Pero descubre que hay algo de lo que es imposible dudar mientras se está dudando y es, precisamente, de que duda. Ahora bien, la duda forma parte del pensamiento y, por tanto, puede afirmar con absoluta certeza que piensa, y como para pensar es necesario existir, acaba concluyendo que es indudable que existe y es una cosa que piensa. De ahí su famosa frase: “pienso, luego existo” (en latín, “cogito, ergo sum”).Pero, además, Descartes convierte ese “cogito” en criterio de verdad, porque piensa que de toda idea que se nos presente de un modo tan “claro, distinto e indudable” como “pienso, luego existo” podremos tener la certeza de que es verdadera. El “cogito” se convertirá, como él mismo dice, en “el primer principio de la filosofía que buscaba”, por ser la verdad más básica o fundamental que pueda pensarse; la primera evidencia que nos muestra la razón y que, por tanto, puede convertirse en el punto de partida del que deducir el resto de verdades de la metafísica.

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