La sociedad y la cultura en el teatro barroco
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En un momento de crisis ideológica y económica, en plena pérdida de poder del Imperio español y bajo el dominio de unos monarcas débiles y decadentes que dejaban el poder en manos de los válidos, los españoles se encontraban inmersos en un mundo social corrupto, movido solamente por los intereses de los nobles. Toda España era en sí misma un gran teatro en el que se representaba a diario la comedia de las miserias y de las desigualdades.
En medio de esta situación, el pueblo busca la manera de divertirse y de pasar lo mejor posible, por lo que se desarrollan mucho los espectáculos públicos, de los toros al teatro, pasando por bailes, verbenas y fiestas anuales. Cualquier motivo es bueno para hacer una fiesta, para escenificar uno de los grandes recursos barrocos, el del contraste, el de claroscuro, representado por esta alegría popular a la que parece imponerse (y oponerse) la cruda realidad social de una España en decadencia.
Por todo ello, el teatro barroco se concentra en sí mismo para celebrar la ceremonia de la vida. El corral de comedias se configura como un microcosmos en el que están representadas todas las capas de la sociedad.
El teatro tiene siempre presente al rey, del mismo modo que el rey tiene presente al teatro (un teatro palaciego). El rey es, a veces, personaje capital de las comedias.
Tal vez por una mezcla de todo lo que acabamos de decir, nos encontramos ante el momento culminante del teatro español. En España triunfa Lope de Vega, seguido por Calderón a Tirso de Molina. En el resto de Europa también se hace mayor de edad el arte dramático, y así lo demuestran las figuras de William Shakespeare y Christopher Marlowe en Inglaterra, Mlière y Racine en Francia y la commedia dell’arte italiana (Colombina, Arlequín, Brighela).
La literatura dramática del barroco: el espectáculo teatral
El lugar de la representación:
Antes de que se utilizaran recintos cerrados para la representación teatral, las obras se ponían en escena en la calle, en tablados improvisados en las plazas públicas. Más tarde, las representaciones se hacían en patios de vecinos, llamados corrales, que fueron el origen de los corrales de comedias.
La estructura de un corral de comedias se basa en una planta cuadrada, en uno de cuyos lados se sitúa el escenario, elevado sobre el patio.
El ambiente de los corrales de comedias era muy pintoresco. Los mosqueteros buscaban echar por tierra la obra y, para ello, formaban altercados, colocaban ollas malolientes bajo los bancos del patio o arrojaban al escenario tomates, pepinos y otras hortalizas. El alguacil de comedias velaba por el orden, mientras el apretador intentaba meter a todas las mujeres posibles en la cazuela. El alojero se encargaba de vender la aloja, una bebida refrescante.
La representación:
Solía comenzar a las dos en invierno y a las tres en verano para aprovechar bien la luz del día, ya que el espectáculo duraba varias horas a causa de su compleja estructura: empezaba con una loa que pretendía captar la atención del público, a continuación se hacía el primer acto de la comedia, después se ponía en escena un entremés, luego el segundo acto, al que seguía un baile, el tercer acto y, como fin de fiesta, podía representarse otro baile.