Segunda Guerra Mundial: Orígenes, Expansión y Consecuencias
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Causas de la Segunda Guerra Mundial
Los orígenes de la Segunda Guerra Mundial deben buscarse en el Tratado de Versalles, que puso fin a la Primera Guerra Mundial. Este tratado, lejos de asentarse en el consenso y la reconciliación, estableció una paz ficticia basada en el resentimiento y la humillación, lo cual generó ansias de revancha. La crisis económica de 1929 y el auge del fascismo, especialmente del nazismo alemán, crearon las circunstancias que condujeron a la guerra.
La Política Expansionista de la Alemania Nazi
La primera consecuencia del acceso de Hitler al poder fue el abandono de Alemania, en 1933, de la Sociedad de Naciones como muestra de su rechazo al orden internacional. Japón, que, a raíz de su ataque a China (1931), fue objeto de condena por parte de la SDN, también la abandonó. En 1935, le seguiría Italia tras ser condenada por la invasión de Abisinia. La política emprendida por la Alemania nazi para forjar el Gran Reich y conquistar su espacio vital consiguió imponerse en Europa. En 1935, Alemania procedió a la anexión del Sarre, semanas después, impulsó el rearme de la sociedad alemana, estableció el servicio militar obligatorio y procedió a la creación de una fuerza aérea, y en marzo de 1936 inició la remilitarización de Renania. Hitler había quebrantado el Tratado de Versalles.
La Debilidad de las Democracias
La Guerra Civil Española (1936-1939) facilitó, por una parte, la aproximación entre Hitler y Mussolini. En octubre de 1936 se formalizó el Eje Roma-Berlín, y un mes después, Japón firmaba con Alemania el Pacto Antikomintern contra la URSS. Al cabo de un año se incorporó la Italia fascista y, más tarde, la dictadura húngara y España. Por otra parte, la Guerra Civil Española evidenció la debilidad de las democracias, que propugnaron una política de no intervención. Gran Bretaña fue la abanderada de la política de apaciguamiento respecto a Hitler: significaba que no se opondría frontalmente a la acción nazi. Chamberlain consiguió el beneplácito de Francia en esta línea de actuación. Además, se consideraba que Hitler podía ser un aliado útil frente a la URSS y el comunismo.
El Anschluss y el Primer Expansionismo Nazi
En 1938, las tropas alemanas ocuparon Austria, y tras una intensa campaña de propaganda, Hitler forzó un referéndum que permitió la incorporación de Austria al Reich. Hitler, quien tomó la iniciativa política, y en septiembre de 1938 convocó a los jefes de gobierno de Gran Bretaña, Francia e Italia a la Conferencia de Múnich. Los reunidos aceptaron la ocupación alemana de los Sudetes y su integración en el Reich a cambio de garantías de no agresión sobre el resto de Checoslovaquia. Parecía que se había obviado el conflicto abierto, pero una nueva agresión de Hitler contra Checoslovaquia implicó la quiebra de esta política. Pocos días después, Hitler se anexionaba el enclave de Memel en Lituania, al mismo tiempo que Mussolini consolidaba su presencia en el Mediterráneo con la ocupación de Albania. Ambos jefes firmaron el Pacto de Acero ante, ahora sí, la alarma de las democracias. La agonía de la paz era irreversible.
El Estallido de la Guerra en Europa
El siguiente horizonte del expansionismo nazi fue Polonia, pero Hitler era consciente de que la invasión de esta nación podía provocar la reacción occidental a causa de las alianzas de Polonia con Francia y Gran Bretaña. Por eso, convencido de que no era posible mantener una guerra en dos frentes, Hitler llevó a cabo un acercamiento táctico a la URSS con el fin de conseguir su neutralidad militar en caso de producirse un conflicto occidental. Por su parte, los soviéticos veían con preocupación el avance alemán y, debido al aislacionismo a que estaban sometidos por parte de los países occidentales, no esperaban contar con ninguna ayuda si eran invadidos. Por ello, Stalin optó por el Pacto germano-soviético de no agresión (agosto de 1939). Firmado por Mólotov y Von Ribbentrop, permitía obviar temporalmente el conflicto entre ambas potencias, enemigas ideológica y políticamente, e incluía unas cláusulas secretas de reparto de Polonia y de reconocimiento del control de la URSS sobre Finlandia, Letonia, Estonia y Lituania. La invasión nazi de Polonia se desarrolló a partir de la reclamación de Hitler sobre la ciudad libre de Danzig, habitada por alemanes, y de su derecho a construir una autovía y una línea de ferrocarril a través del corredor polaco. La negativa del gobierno polaco, que contó con el apoyo francés y británico, fue la excusa que utilizó Hitler para iniciar la invasión de Polonia el 1 de septiembre de 1939. El día 3, Francia y Gran Bretaña declaraban la guerra a Alemania. La Segunda Guerra Mundial había comenzado.
El Imperialismo Japonés en Asia
La emergencia de Japón como la gran potencia imperialista de Extremo Oriente se basó en una práctica militarista y en una política expansionista en Asia. Ante la crisis económica de 1930, Japón se planteó disponer de un "espacio vital" propio que le permitiese el dominio del Asia oriental, con el fin de extraer materias primas y exportar sus productos. Para poder hacer efectivo su expansionismo desarrolló una poderosa industria armamentística, se acercó a la Alemania nazi y reforzó su alianza con el Pacto Antikomintern (1936) al considerar a la URSS como el principal enemigo en la zona. La invasión japonesa de la región de Manchuria, en China, fue el primer acto del nuevo rumbo expansionista japonés y significó la formación de un Estado satélite, Manchukuo, en 1932. Japón desoyó, como hemos visto, la condena de la SDN e inició el camino de una política de hechos consumados cuyo triunfo estimuló la exaltación patriótica y militar. Además, desde 1934, Japón expresó sus deseos de crear una gran fuerza naval, lo que constituía un anuncio claro de preparación bélica para la futura expansión por el Pacífico. En 1937 inició la invasión del norte de China.
El Desarrollo de la Guerra
La Segunda Guerra Mundial se inició, de manera fundamental, con la estrategia de la "guerra relámpago" practicada por los nazis. La campaña de Rusia y la entrada de Estados Unidos en el conflicto marcaron el punto de inflexión.
Europa bajo el Dominio Nazi
La Ocupación Nazi
Los países vencidos, incorporados u ocupados por el Reich, fueron administrados y controlados por los soldados y la policía alemanes. Desde el punto de vista económico, el objetivo era la organización de Europa en beneficio de Alemania. Para ello se impuso la explotación y esclavización de la población, así como la participación de capital alemán en las empresas foráneas, el control de la producción alimenticia y minera y las requisas forzosas de productos. En resumen, los nazis practicaron el pillaje sobre los recursos materiales y humanos de los países ocupados e impusieron la producción de aquello que necesitaba el Reich, sin atender a la necesidad de la población autóctona. Esta imposición se consiguió mediante un régimen de terror. La Gestapo y la SS arrestaban, torturaban y deportaban hacia campos de concentración a todos los que se resistían. Es más, decidían la eliminación sistemática y masiva de las personas o colectivos considerados peligrosos, inferiores o despreciables. En 1942 planificaron además, la eliminación de todos los judíos de Europa en campos de concentración y exterminio.
Los Campos de Concentración
Los primeros campos de concentración se construyeron en 1933, y entre ellos destacó el de Dachau, destino de detenidos políticos alemanes, grupos étnicos o religiosos, homosexuales, etc. En 1938 se construyeron los de Mauthausen y Ravensbrück, donde acabaron buena parte de los republicanos españoles. Con el progreso de la guerra la construcción de campos se intensificó. Los campos eran espacios cercados con muros, alambradas eléctricas y torres de vigía para evitar la fugas. Los presos vivían hacinados en barracones que contaban con unos edificios auxiliares y estaban sometidos a unas duras condiciones de trabajo. Desde 1942 se instalaron cámaras de gas y hornos crematorios con los que hacían desaparecer los cadáveres. Se obligaba a los presos a llevar signos de identificación de su condición, y se les sometía a una disciplina feroz y a todo tipo de maltratos y vejaciones. Estas condiciones, unidas a una escasa alimentación y a los trabajos forzados, producían una elevada mortalidad entre los presos. La SS se encargaba de la gestión y explotación de los campos, a menudo en colaboración con grandes empresas que situaban sus fábricas cerca de los campos y utilizaban a los prisioneros como mano de obra esclava.
Colaboración y Resistencia
Los alemanes encontraron activos colaboradores en los países ocupados. Fue el caso de industriales temerosos del comunismo o seducidos por las expectativas de beneficio que ofrecían los alemanes y de sectores de la población atraídos por el "nuevo orden" nazi. A pesar de la violencia, en los países ocupados fueron surgiendo movimientos de resistencia antifascista, organizados por el sentimiento patriótico, el rechazo al nazismo y a la propia injusticia de la ocupación. Impulsaron una guerra encubierta contra los nazis y sus colaboradores, a través de acciones de sabotaje y espionaje a favor de los aliados.
Las Victorias Alemanas. La Guerra Relámpago
La invasión de Polonia significó la aparición de la "guerra relámpago", un nuevo tipo de guerra basada en la sorpresa y la rapidez de movimientos. La Wehrmacht, con sus divisiones acorazadas y sus carros de combate, combinada con la acción de la aviación, perseguía la destrucción del enemigo y la devastación de sus infraestructuras. En tres semanas llegaron a Varsovia. Una parte del territorio ocupado se incorporó directamente al Reich y en la otra se formó un gobierno bajo control de la administración nazi. El ejército soviético ocupó la zona este de Polonia y se expandió hacia Finlandia. Dinamarca y Noruega fueron conquistadas con rapidez sin que la intervención inglesa pudiera impedirlo. Todo ello provocó, en Gran Bretaña, la dimisión de Chamberlain y la formación de un gobierno presidido por Churchill (1940). El siguiente objetivo del alto mando alemán fue Francia. La ofensiva se inició a través de los Países Bajos y Bélgica, que fueron ocupados en 48 horas (mayo de 1940), y continuó a través de las Ardenas hacia Francia. Tropas francobritánicas, sorprendidas por la espalda, quedaron cercadas y fueron evacuadas por la playa de Dunkerque. Mussolini entró en guerra el 10 de junio. Los alemanes entraron en París el 14, y el nuevo jefe de Gobierno, el mariscal Pétain, solicitaba el armisticio, que se firmó el 22 del mismo mes. La ocupación dividió Francia en dos zonas: la norte, bajo dominio de los nazis, y la sur, Estado colaboracionista con Alemania.
La Batalla de Inglaterra y la Guerra del Desierto
En 1940, Gran Bretaña era un peligro para la expansión alemana. Hitler decidió entonces llevar a cabo la batalla de Inglaterra. En agosto se iniciaron los intensos bombardeos de la aviación alemana sobre objetivos militares y núcleos urbanos hasta que la aviación británica consiguió repeler la agresión. Hitler se vio frenado por primera vez y tuvo que renunciar a la invasión. Al mismo tiempo, en el norte de África se abrió un nuevo frente de guerra. Las tropas italianas atacaron Egipto. Su fracaso comportó la intervención del recién creado Afrikakorps alemán, dirigido por el mariscal Rommel, que penetró en Egipto (1941) y consiguió doblegar a las tropas británicas en la llamada guerra del Desierto. Pero una contraofensiva británica consiguió frenar a las tropas alemanas. Así, el norte de África se perfiló como plataforma para la invasión aliada de Italia.
La Campaña contra la URSS
Hitler preparaba la operación Barbarroja para invadir la URSS. Transformó Hungría, Rumania y Eslovaquia en Estados satélites a finales de 1940. Bulgaria siguió el mismo camino en marzo de 1941. En Belgrado, el día 27, un golpe de Estado derrocó al gobierno que estaba dispuesto a aliarse con Alemania mediante el llamado Pacto Tripartito. La reacción nazi resultó brutal: Belgrado fue bombardeada. Yugoslavia quedó ocupada, y Hitler atacó Grecia. Días después, cayó Creta. Con el camino expedito en los Balcanes, los alemanes iniciaron la campaña de Rusia el 22 de junio de aquel mismo año, 1941. Se pretendía la destrucción del régimen bolchevique, el sometimiento de los pueblos eslavos y una expansión territorial que permitiese la explotación de las riquezas (alimentos, minerales, petróleo...) de la URSS. El ataque se distribuyó en tres direcciones: Leningrado, Moscú y el sur. Pero la resistencia soviética frustró todas las perspectivas: las tropas alemanas no pudieron conquistar la ciudad de Moscú (diciembre de 1941); mientras, Leningrado resistía sitiada por las tropas alemanas durante tres años. El avance alemán hacia el sur, frenado en la batalla de Stalingrado, finalizó con la rendición alemana en febrero de 1943, al cabo de casi un año de cerco a la ciudad. Fue la primera derrota del ejército alemán y marcó el inicio del declive nazi.
La Guerra en el Pacífico
La Intervención de EEUU
El expansionismo nipón condujo al ataque aéreo contra la base estadounidense de Pearl Harbor en 1941. La opinión pública estadounidense, dividida hasta entonces sobre la participación en la guerra, apostó por la intervención: Roosevelt declaró la guerra a Japón, Alemania e Italia. La mundialización de la guerra fue un hecho. El avance japonés fue imparable hasta mediados de 1942. Los japoneses también pretendieron ocupar Nueva Guinea y Australia, pero fueron contenidos por Estados Unidos en las batallas del Mar de Coral y de Midway, entre mayo y junio de 1942. La derrota japonesa en Guadalcanal, en febrero de 1943, fue el punto de inflexión de la contienda en el Pacífico y anunció el declive nipón.
La Derrota Nazi
Por un lado, el potencial económico, bélico y humano de los aliados se mostraba con claridad, mientras las dificultades del Eje se hacía cada vez más perceptibles. Las ofensivas de los aliados obligaron a los alemanes a replegarse. En 1943 se inició la campaña de Italia. Ello provocó la crisis del gabinete fascista y la caída y encarcelamiento de Mussolini. Hitler reaccionó con la invasión del centro y el norte de Italia y rescató al Duce. La península quedó dividida en dos partes: al norte se formó la República Social Fascista de Saló, con Mussolini al frente; al sur se instauró una monarquía, con un gobierno antifascista, que declaró la guerra a Alemania el 13 de septiembre de 1943. Desde esta zona los aliados iniciaron el avance hacia el norte. En el frente este, el avance del Ejército Rojo hizo retroceder a los alemanes. En 1944 los soviéticos habían ocupado Rumania y Bulgaria. En el frente oeste, el 6 de junio de 1944, se produjo el desembarco angloestadounidense en Normandía. El 24 de agosto, la ciudad de París era liberada. El año 1945 significó el hundimiento final de Alemania. En el frente oriental, las tropas soviéticas liberaron Hungría y Polonia. Hitler se suicidó el 30 de abril. Dos días antes, Mussolini había sido capturado y ejecutado. El 7 y 8 de mayo se firmó la rendición incondicional del III Reich.
La Derrota Japonesa
La ofensiva estadounidense desarrolló dos direcciones. La primera se dirigió desde Australia hacia Filipinas. La segunda partió de Hawái y avanzó hacia Japón por el este. El avance estadounidense fue muy lento, ante la durísima resistencia nipona. Estados Unidos recuperó las islas Marianas en 1944, y las Filipinas en octubre del mismo año, después de la batalla de Leyte, en la que aparecieron los kamikazes, pilotos suicidas japoneses. En noviembre de 1944 se iniciaron los bombardeos sobre Tokio y otras ciudades japonesas, que se prolongaron hasta el verano de 1945. Como la rendición japonesa no se vislumbraba como inmediata, se decidió lanzar dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki, los días 6 y 9 de agosto de 1945. El 2 de septiembre se producía la capitulación japonesa. La guerra había terminado.
Consecuencias de la Segunda Guerra Mundial
La Segunda Guerra Mundial dejó tras de sí un rastro de devastación como ningún otro conflicto del siglo XX. Más de 55 millones de seres humanos murieron a lo largo de la confrontación, de los cuales, la mitad correspondió a la URSS. Le seguirían Alemania y Polonia, pero fue esta última nación la que en términos relativos experimentó mayores pérdidas y en la que se produjo el mayor número de víctimas civiles: el 95% del total. Si se compara con el escaso 5% de civiles que perecieron en la Primera Guerra Mundial, el desastre adquiere pleno significado. A los terribles datos de mortalidad hay que añadir el número de heridos, que alcanzó los 35 millones, y desaparecidos en torno a los 3 millones. De todo ello se deduce una nueva dimensión de la catástrofe: el profundo impacto de la mortalidad entre la población civil, que representó algo más de la mitad de las víctimas totales. De este modo, la Segunda Guerra Mundial comportó la desaparición del concepto tradicional de retaguardia, e inauguró una nueva era en la que los conflictos bélicos tendrían en la población civil sus principales víctimas. Las poblaciones de la retaguardia fueron sometidas a bombardeos sistemáticos, que pretendían aterrorizar y acabar con su capacidad de resistencia. Asimismo, se buscaba destruir la organización industrial y económica del enemigo, y debilitar su potencial militar. Esta capacidad mortífera de la guerra se explica, no solo por la sofisticación del armamento, sino por su dimensión de "guerra total", y por el carácter de las ocupaciones nazi y japonesa, que comportaron el asesinato, la deportación, el exterminio y el genocidio de la población, así como la práctica del terror y la violencia sistemática. En la posguerra también es necesario constatar el elevado número de víctimas indirectas que se produjo a causa de la desnutrición, las heridas y la irradiación de las bombas atómicas. Asimismo, después de 1945 continuaron los desplazamientos de población. Entonces se vincularon a la liberación de prisioneros y de trabajadores forzados que retornaban a sus países. También se relacionaban con las modificaciones de las fronteras y las expulsiones de minorías étnicas como consecuencia de la configuración de nuevos estados a partir de los acuerdos de paz. Cerca de 30 millones de europeos deambularon por el continente en la inmediata posguerra, colaborando en crear una sensación de caos e incertidumbre, sobre todo en Europa central y oriental. En Asia, cerca de 7 millones de japoneses también fueron repatriados desde Corea y China hacia el archipiélago al que había quedado reducido el nuevo Japón.