San Agustín y Santo Tomás: Ética, Política y Conocimiento

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Problema de la Ética en San Agustín

San Agustín aborda el problema de la libertad humana en contraposición a la omnisciencia divina. Cicerón había afirmado que si Dios es omnisciente y ha previsto todo cuanto va a suceder, el hombre no puede ser libre. Sin embargo, San Agustín sostiene que la providencia divina no excluye la libertad humana. Dios, en su infinita sabiduría, conoce todo lo que ha de suceder, incluso los actos humanos, pero esto no suprime el libre albedrío del hombre, que es quien elige actuar. Dios no determina la acción humana, pero sí conoce de antemano nuestras decisiones y el uso, bueno o malo, que haremos de nuestra libertad.

La teoría de la libertad sienta las bases para resolver el problema del mal moral: las malas acciones son consecuencia de la libertad humana, que es un don de Dios y un bien en sí misma. En principio, el alma está hecha para dirigirse amorosamente hacia Dios, el bien inmutable. Prueba de ello es que en ella se encuentran inscritos los primeros principios de la moral, la ley natural, que no es sino la copia en nuestra alma y corazón de la inmutable ley eterna de Dios. Esta ley indica al ser humano qué debe elegir su voluntad y cómo debe actuar. Sin embargo, el hombre tiende a perderse en la materia y a amar el mundo exterior, sus sensaciones fugaces y sus bienes pasajeros. El alma se ve dominada por la ignorancia y los malos deseos, y termina por condenarse al caer prisionera en un cuerpo.

San Agustín mantiene un evidente pesimismo moral: desde el pecado original de Adán y la caída del primer hombre, los seres humanos no pueden dejar de pecar, por lo que la humanidad es "una masa dominada como de raíz". Dado que la distancia entre el hombre y Dios es infinita, solo la gracia, es decir, un don especial de Dios, puede ayudar al ser humano a convertirse, de manera que sienta el impulso de amar y elegir el bien en vez del mal. Es así como el individuo alcanza la salvación y la redención de sus pecados, convirtiéndose en un "hombre virtuoso u ordenado". La virtud (que San Agustín define como un amor ordenado) conduce al hombre a respetar la ley eterna y el orden jerárquico de realidades que componen el universo, alcanzando así el verdadero descanso espiritual, esto es, la paz. San Agustín tiene dos concepciones del mal:

  • El mal metafísico: todo lo creado, incluso la materia, es bueno, pero cada ser posee un grado de perfección en función del lugar que le corresponde en dicho orden. Por eso, ningún ser alcanza la perfección que corresponde a Dios.
  • El mal moral: es un defecto o privación del bien. Los seres son imperfectos, y es este carácter defectuoso lo que explica el mal que observamos.

Problema de la Política en San Agustín

San Agustín ofrece una interpretación teológica de la historia de la humanidad, desde la creación hasta el juicio final, con una proyección cristiana. El fundamento de toda sociedad humana es el amor, pues los hombres se unen o se dividen entre sí en función de los objetivos que aman. De esta manera, una sociedad se distingue de otras en razón de las inclinaciones de la voluntad de sus miembros y de los objetos que estos prefieren y valoran. Aplicando la teoría de los dos amores, San Agustín interpreta la sociedad. Existen dos tipos de sociedades, que se ven reflejadas en las dos "ciudades" de las que él habla: la Ciudad de Dios y la Ciudad Terrenal.

  • La Ciudad de Dios: cuyo símbolo es Jerusalén, donde reina Dios. Se trata, en realidad, de una ciudad interior y espiritual, construida por todos los que aman a Dios y lo anteponen a todo lo demás. Sus miembros peregrinan por este mundo a la espera de su reencuentro con la divinidad en el más allá. Buscan la gloria de Dios y están unidos, no por la autoridad, sino por la caridad, en perfecto orden y armonía.
  • La Ciudad Terrenal: simbolizada por Babilonia, donde reina el demonio y el mal. Está formada por todos aquellos que anteponen el amor propio y el amor a las cosas mundanas al amor divino. Su unidad es forzada, porque procede del sometimiento a la autoridad que, para garantizar el orden, necesita ejercer la violencia.

Desde esta perspectiva, se percibe una continua lucha entre la Ciudad de Dios y la Ciudad Terrenal. Una lucha entre un mundo de amor, fe y justicia contra otro de pasiones, egoísmo y ambiciones. Esta lucha afecta a todos y se da individualmente en nuestra alma.

San Agustín propone una concepción estética de la historia: las penalidades y el sufrimiento histórico contribuyen al desarrollo del "bellísimo poema". Defiende al Dios providente que garantiza la victoria de los justos y el castigo de los réprobos. Para él, el orden es la condición necesaria para la paz, por lo que define la paz como "la tranquilidad del orden". Cuando exista la armonía, será porque cada cosa ocupa su lugar, la racionalidad se habrá impuesto y esto hará llegar al orden. El efecto del orden y, por tanto, la garantía de la paz, es la justicia. En la Ciudad de Dios, gobernada por la ley eterna, existe una verdadera justicia.

Problema del Conocimiento en Santo Tomás

Para Santo Tomás, la razón goza de cierta autonomía dentro de los límites de la fe, y propone su criterio de verdad: la verdad por adecuación. Los conceptos son adecuados a la realidad, tarea que realiza el proceso de abstracción. Utiliza conceptos de su metafísica y de su teoría del conocimiento para describir la realidad, de modo que su epistemología es una adaptación del pensamiento aristotélico.

Proceso de Formación de Conceptos

  1. Sentidos: el primer paso es la captación sensible de las cosas.
  2. Imaginación: puede producir imágenes.
  3. Entendimiento agente: la inteligencia abstrae los rasgos accidentales.
  4. Entendimiento paciente: recibe la esencia.

Conocer consiste en extraer lo universal de lo particular. Los objetos universales están en "las cosas". Los universales son el resultado del proceso de abstracción realizado por el entendimiento.

Demostración de la Existencia de Dios

La demostración de la existencia de Dios es el tema central de la teología natural de Santo Tomás. En esta época, la demostración con mayor aceptación, basada en la idea de Dios, era el argumento ontológico. El razonamiento de San Anselmo parte de la idea de que Dios es el ser más perfecto que se puede pensar.

Santo Tomás no aceptó el argumento ontológico y buscó pruebas alternativas. Diferencia dos tipos de pruebas que demuestran la existencia de Dios:

  • A priori: parte de la causa.
  • A posteriori: parte de la experiencia del mundo sensible.

De esta forma empírica y siguiendo el modelo causal, elaboró sus cinco vías para demostrar la existencia de Dios:

  1. Primera vía (del movimiento): hay cosas que se mueven; todo lo que se mueve es movido por algo; existe un primer motor inmóvil.
  2. Segunda vía (de la causa eficiente): cada cosa que existe tiene una causa; algo no puede ser su propia causa; existe una causa eficiente primera.
  3. Tercera vía (del ser necesario): hay seres que pueden no existir; debe haber un ser necesario, un ser necesario en sí mismo.
  4. Cuarta vía (de los grados de perfección): hay seres más o menos verdaderos; debe haber un máximo de verdad, de bien y de bondad.
  5. Quinta vía (del gobierno del mundo): los seres sin conocimiento obran por una finalidad; necesitan alguien que los dirija; existe un ser inteligente que dirige a todo a su fin.

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