La Restauración Borbónica en España: De la República al Desastre Colonial

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La Restauración Borbónica (1874-1923)

Contexto Histórico: El Fracaso de la Primera República

La efímera Primera República Española (10 meses) carecía de base social sólida, apoyada solo por la burguesía y algunos trabajadores. Las clases poderosas la veían incapaz de mantener el orden. Se sucedieron presidentes como Figueras, Pi y Margall, Salmerón y Castelar, enfrentando la división republicana. En mayo de 1873, ganó la república con una elevada abstención. Se tomaron medidas como la eliminación de impuestos de consumo y quintas, el sufragio a los 21 años, la separación Iglesia-Estado (menor de 10 años), y la abolición de la esclavitud en Puerto Rico (pero no en Cuba). Un proyecto de constitución, que incluía la ampliación de la declaración de derechos, la soberanía popular y un estado federal, no fue aprobado.

Las causas de la crisis fueron económicas (suspensión del pago de la deuda, retiradas masivas de dinero de los bancos por miedo), la conflictividad social entre asociaciones obreras, y políticas (intentos de derrocamiento violento). A la guerra de Cuba y la carlista se unieron insurrecciones cantonalistas (republicanos intransigentes y obreros para crear un estado federal) y conspiraciones alfonsinas (Cánovas del Castillo para restaurar la monarquía). El golpe de Estado de Pavía en 1874 marcó el fin de la república.

El Reinado de Alfonso XII y el Sistema Canovista

La restauración borbónica, favorecida por la amenaza de una revolución social, reorganizó las clases conservadoras que ansiaban la paz. Cánovas del Castillo buscó un pacto entre conservadores y progresistas para una restauración pacífica. El golpe de Martínez Campos y la proclamación de Alfonso XII como rey fueron claves. Cánovas diseñó un sistema de alternancia en el gobierno para buscar estabilidad política. Aconsejó al rey un proceso de reconciliación, firmando el Manifiesto de Sandhurst.

La Constitución de 1876, preparada por una asamblea general y aprobada por las Cortes (elegidas por sufragio universal masculino), reflejaba el pensamiento de Cánovas, con el rey como figura clave. Las Cortes tenían dos cámaras: el Senado (derecho propio, designación real y elección) y el Congreso de los Diputados (un diputado cada 50.000 habitantes, sufragio censitario para mayores de 25 años). Los liberales (Sagasta) introdujeron posteriormente el sufragio universal masculino. La Constitución otorgaba un enorme peso a la persona del rey, con un criterio real sobre las Cortes. Se mantuvieron los derechos individuales como en la Constitución de 1869, siendo una constitución abierta y flexible a la ampliación de derechos. En cuanto a la cuestión religiosa, se garantizaba la libertad de conciencia en el ámbito privado.

El Mecanismo de la Restauración: Oligarquía y Caciquismo

El objetivo de Cánovas era el bipartidismo, un sistema de alternancia de carácter oligárquico y elitista, con gobernantes notables (autoridad, poder económico y prestigio). Sin embargo, no se trataba de una oligarquía todopoderosa, ya que los políticos tenían orígenes diversos, iniciándose en profesiones liberales. Los caciques no eran necesariamente terratenientes. El caciquismo, para mantener el poder, controlaba la masa electoral. Los caciques eran jefes locales de partido que manipulaban el aparato administrativo a su favor y el de su clientela, intercambiando bienes por votos. El proceso electoral estaba manipulado en medio de una desmovilización general del electorado. La valoración del sistema canovista muestra un liberalismo oligárquico, con hegemonía del poder central, elementos que mantuvieron la estabilidad en el periodo de la Restauración.

El Bipartidismo: Partidos Dinásticos

Los partidos dinásticos (conservador y liberal) tenían una naturaleza elitista, siendo partidos de minorías y clientelas. El"cacique de cacique" era el jefe del partido y del gobierno. Se distinguen tres etapas: 1876-1885 (constitución de los dos partidos); 1885-1902 (muerte de Alfonso XII, etapa vinculada a la dirección personal de Cánovas (conservador) y Sagasta (liberal), con alternancia según el Pacto del Pardo de 1885); y 1903-1923 (muerte de Cánovas y Sagasta, fraccionamiento de los partidos y crisis de la Restauración).

El partido conservador (llamado inicialmente conservador-liberal, dirigido por Cánovas) defendía intereses conservadores como el catolicismo, el poder de la Iglesia y las restricciones a las libertades. Posteriormente, se desplazó hacia los intereses de la burguesía. El partido liberal, liderado por Sagasta, se basaba en la ideología de la Constitución de 1869, pero aceptó los principios de Cánovas, como la soberanía compartida. Las diferencias entre los partidos no eran muchas, ni sociales ni territoriales. Los conservadores aceptaron el largo periodo de gobierno de los liberales. En política internacional tenían los mismos intereses, y en política económica, las mismas medidas (inicialmente librecambismo y después proteccionismo). En 1883, las clases obreras tomaron conciencia y mejoraron su situación laboral.

Acción de Gobierno y la Pacificación del País

La acción del gobierno se centró en la pacificación del país, acabando con las guerras de Cuba y Carlista. Alfonso XII tuvo gran aceptación. El carlismo perdió seguidores, y Primo de Rivera acabó con la guerra carlista. Se firmó el Tratado de Paz de Somorrostro en 1876. La guerra de Cuba fue una sublevación de la revolución de 1868, liderada por Céspedes. España envió 70.000 soldados al finalizar la guerra carlista, al mando de Martínez Campos. Se firmó la Paz de Zanjón en 1878, dando a los cubanos las mismas condiciones que a Puerto Rico, pero no se cumplieron, interviniendo EEUU en 1898.

La tarea legislativa fue importante. La primera etapa del gobierno de Cánovas fue conservadora, con medidas represivas, control de libertades y limitación de derechos. El gobierno de Sagasta fue liberal, con un largo periodo parlamentario, ampliando libertades y el sufragio universal masculino. El régimen era homologable a otros europeos, pero en realidad era falso, ya que el gobierno no podía afrontar los problemas de Cuba, reformar el ejército o realizar reformas en hacienda. Se mostró una despreocupación por la clase obrera. Económicamente, se preocupó por el impulso industrial y la renovación de la agricultura. En 1895, la interferencia del imperialismo americano, una España debilitada y el fracaso asegurado, generaron la necesidad de regenerar España.

Las Guerras de Cuba y la Intervención de Estados Unidos

Cuba sufrió tres guerras (1868-1878, 1879-1880, 1895-1898), motivadas por el deseo de libertad e igualdad. Cuba y Filipinas estaban sometidas al poder centralista de España, con la esclavitud vigente hasta 1868. La Paz de Zanjón fue falsa, aboliéndose la esclavitud en 1889. Estalló la segunda guerra, liderada por Antonio Maceo, sometidos por el general Polavieja. Las propuestas de reformas de Antonio Maura fueron rechazadas. Cuba tenía un gran interés económico por la exportación de azúcar y tabaco, siendo un buen mercado para los productos españoles (textil). El factor comercial (el monopolio español se oponía al libre comercio) fue clave.

Los líderes cubanos fueron José Martí, Máximo Gómez y Antonio Maceo; el filipino, José Rizal. La primera etapa (1895) enfrentó a Martínez Campos contra los rebeldes extendidos por toda la isla. La segunda etapa (1896-1897), bajo Weyler, utilizó 200.000 soldados, con una estrategia dura, campos de concentración y terror. La tercera etapa (1897-1898) sustituyó a Weyler por Ramón Blanco, dando autonomía a Cuba, pero ya era tarde. La intervención de EEUU se debió al imperialismo comercial, con un bloqueo naval a Cuba y Filipinas. La derrota de la flota española del almirante Cervera por el almirante Sampson, y el desembarco de EEUU en las islas, llevaron a la firma del Tratado de Paz de París en 1898, cediendo Filipinas y la administración de Cuba y Puerto Rico a EEUU. España llegó a esta situación por miedo a la caída de la dinastía. El lema de Sagasta fue"guerra o deshono".

Las consecuencias no fueron terribles: el sistema no se vino abajo, no afectó a la monarquía, y no hubo grandes efectos económicos (excepto en el sector textil catalán). Se estabilizó la bolsa y la economía creció, pero hubo preocupación nacional por el sentimiento de desastre, desembocando en pesimismo político y un debate sobre la situación de España. Las respuestas fueron la protesta social y el regeneracionismo (Joaquín Costa, padre del regeneracionismo, con obras como Oligarquía y caciquismo, defendiendo la modernización, la política educativa y las transformaciones agrícolas). Otros regeneracionistas fueron Leopoldo Alas Clarín, con su obra La Regenta y su pensamiento realista.

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