Problemas externos de Carlos V
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1.2. LOS PROBLEMAS INTERNOS
Carlos I, educado en Flandes, llegó a la Península
en 1517, sin hablar castellano y rodeado de conseje-
ros flamencos. Las Cortes le reclamaron atención a los
asuntos del reino, pero el monarca sólo las convocó
porque necesitaba dinero para coronarse emperador.
En 1520 partíó hacia Alemania, en medio de un
malestar creciente de la población, que estalló en di-
versas revueltas:
• La revuelta de las Comunidades (1520-1521) sur-
9¡ó en varias ciudades de Castilla (Toledo, Segovia,
Avila, Burgos) como protesta de los hidalgos, arte-
sanos y comerciantes por la política económica y la
falta de respeto a las leyes del reino.
El conflicto se extendíó y se produjeron revueltas
campesinas de carácter antiseñorial. El ejército co-
muñera fue derrotado por las tropas imperiales en
Villalar (23 de Abril de 1521) y sus principales dirigen-
tes. Padilla, Bravo y Maldonado, fueron ajusticiados.
• Las Germánías (1521-1523) estallaron en la Corona
de Aragón, en donde los hechos más graves suce-
dieron en Valencia y Mallorca. Fue una revuelta de
artesanos y campesinos que pedían el acceso a los
cargos municipales y la mejora de los arrendamien-
tos campesinos.
Apelaron al rey para que los defendiese de los abu-
sos de los poderosos, pero Carlos I se alió con la
nobleza, y las tropas reales acabaron con los últi-
mos focos de resistencia en 1523.
1.3. LOS CONFLICTOS EN EL EXTERIOR
La defensa de su autoridad imperial y del catolids-
mo llevó a Carlos I a mantener numerosas guerras:
• Se enfrentó a Francia (1525-1544), su gran rival en
Europa. Luchó en numerosas ocasiones contra el
monarca francés Francisco 1, al que vencíó en la ba-
talla de Pavía (1525).
• Mantuvo una serie de guerras contra los turcos
(1529-1541), que amenazaban la zona del Danubio
y el Mediterráneo. Para impedir su expansión, Car-
los I decidíó ocupar Túnez (1535).
• El conflicto de mayor trascendencia fue causado
por el apoyo de una parte de los príncipes alema-
nes a la doctrina de Lutero (luteranismo) y su en-
frentamiento a la autoridad política del emperador.
Hasta 1540, Carlos I mantuvo una actitud concilia-
dora, pero el acuerdo con los príncipes alemanes
fue imposible. Se inició así una serie de largas
guerras de religión.
A pesar de los éxitos militares iniciales
(Mühlberg, 1547), el emperador tuvo
que reconocer legalmente la religión
luterana y conceder la libertad religiosa
en los Estados alemanes (Paz de Augs-
burgo, 1555).