Marx: Crítica de la Ideología y Concepto de Alienación
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Marx: Ideología y Alienación
La Crítica Marxista de las Ideologías
Marx entendió la realidad material como la totalidad del mundo físico, es decir, la naturaleza que es percibida por los sentidos. Además, es una realidad que se encuentra en un permanente proceso de transformación. Por ello, negó que existieran verdades permanentes. Los conceptos teóricos, a su juicio, encarcelan el pensamiento, lo petrifican, lo inmovilizan y son, por tanto, inútiles.
Definición Amplia y Restringida de Ideología
Marx denominó ideología, en sentido amplio, al conjunto de representaciones que manifiestan la vida de los seres humanos y que son resultado natural de la dinámica social. Ahora bien, Marx utilizó el término ideología en una acepción más restringida y negativa para referirse a aquellas representaciones falsas de la existencia social e histórica del hombre. Calificó, por ejemplo, como ideologías las concepciones del liberalismo burgués, tanto en su forma económica como filosófica y jurídica.
La Praxis como Criterio de Verdad
Marx fue consciente de la necesidad de un criterio mediante el que pudiera valorarse si la representación que el hombre se hace de la realidad es adecuada o no. Para ello recurrió a la praxis humana: lo esencial en el hombre es la praxis, la acción productiva. Asimismo, mediante el trabajo, el hombre entra en relación con los otros y construye la sociedad. En este sentido, para Marx, verdadero es todo aquello que permite la evolución y el progreso del hombre y la sociedad.
El Concepto de Alienación
Alienación vs. Enajenación
Marx consideró que el ser humano, para realizarse, ha de desposeerse de sí mismo. Esta enajenación no es negativa, ya que pertenece al modo de ser del hombre. Pero existe para Marx otra forma de enajenación que implica la negación del propio hombre y que denominó alienación.
La Alienación Económica
La alienación fundamental para él es la alienación económica. Lo propio del trabajo humano es la producción de algo, de un objeto. En consecuencia, el producto o resultado de esa acción hay que considerarlo como obra del trabajador. Sin embargo, explica Marx, el hombre es desposeído de ese resultado, que pasa a ser propiedad de otro. El trabajador, entonces, se relaciona con su producto como con una cosa extraña. En esta situación, el trabajador está alienado de su propia obra, aquello que debería permitirle humanizarse. Esta era para Marx la situación del proletariado de su época.
Otras Formas de Alienación
A su vez, esta alienación promueve otras formas de alienación. Así, con el trabajo alienado se desvirtúa la relación con otros hombres. El otro aparece como el ser extraño al que pertenecen el trabajo y su producto.
Alienación Social y Política
Surgen, entonces, las clases sociales. Es la alienación social. Estrechamente unida a esta, aparece la alienación política. La clase dominante impone unas normas que sostienen un sistema económico injusto con dominadores y dominados.
Alienación Filosófica y Religiosa
Dos formas más de alienación justifican las anteriores alienaciones del hombre: la religiosa y la filosófica. La alienación filosófica se lleva a cabo a través de ideologías con las que se pretende oscurecer las verdaderas condiciones materiales de la existencia humana.
La causa de la alienación religiosa surge del estado de miseria del hombre. Debido a su sufrimiento, los hombres se ven obligados a buscar consuelo. La religión se convierte así en «el opio del pueblo». Dios es para Marx, siguiendo a Feuerbach, un ser imaginario en el que los hombres proyectan atributos que solo le pertenecen a él, pero de los que se encuentra desposeído. Sin embargo, a diferencia de Feuerbach, Marx sostuvo que un sistema económico justo haría innecesaria la religión.