Fernando VII: Absolutismo vs. Liberalismo y la Crisis Sucesoria en España
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Absolutismo frente a Liberalismo: Evolución Política del Reinado de Fernando VII
Introducción
El regreso de Fernando VII frustra esta primera experiencia liberal, y habrá que esperar al reinado de su hija, Isabel II, para que se produzca el triunfo definitivo del Liberalismo político. Durante el reinado de Fernando VII, España se debatirá entre la revolución y la reacción. Este debate se refleja en las tres etapas del reinado:
El Sexenio Absolutista (1814-1820)
A finales de 1813 se permitió el regreso de Fernando VII a España y se restauró el absolutismo. Para ello, contó con el apoyo de la nobleza y el clero, que le mostraron su apoyo incondicional en el llamado “Manifiesto de los Persas”; del pueblo, del Congreso de Viena, y de la Santa Alianza.
Fernando VII procedió a la restauración de las antiguas instituciones: el régimen señorial, la Inquisición, los gremios, etc. Esto impide la reforma, lo que, unido a los efectos de la guerra, dibuja un panorama económico desolador.
Los continuos y caprichosos cambios de gobierno fracasarán uno tras otro.
No obstante, la oposición liberal, formada por la burguesía liberal y las clases medias urbanas, una parte del campesinado y un sector del ejército, seguirá conspirando para derrocar el absolutismo.
La crisis política y económica genera problemas sociales que se traducen en pronunciamientos militares liberales.
El Trienio Liberal (1820-1823)
El 1 de enero de 1820, un pronunciamiento del teniente coronel Rafael de Riego en Cabezas de San Juan, restaura el Liberalismo. El rey nombró un nuevo gobierno y convocó elecciones.
Las nuevas Cortes restauraron gran parte de las reformas de Cádiz y elaboraron otras nuevas. Entre estas reformas destacan: la abolición definitiva de la Inquisición, la desaparición del feudalismo y de comercio, la reforma del sistema fiscal y del código penal. Sin embargo, los liberales contarán con la oposición:
- de Fernando VII.
- de los campesinos.
- de los absolutistas o realistas.
Esta situación provocará la escisión de los liberales en dos grupos:
- Moderados o doceañistas (Martínez de la Rosa), que gobiernan entre 1820-1822: partidarios de realizar las reformas con prudencia. Proponían conceder mayor poder al rey, crear un senado aristocrático, implantar el sufragio censitario y limitar las libertades.
- Exaltados o progresistas (Mendizábal), que gobiernan entre 1822-23: partidarios de acelerar las reformas. El régimen del Trienio terminó debido a la intervención de la Santa Alianza.
La Década Ominosa (1823-1833)
En ella se distinguen dos etapas:
- Desde 1823 hasta 1825: se restaura el absolutismo, muchos liberales fueron ejecutados y obligados a marchar al exilio. Sin embargo, los liberales siguieron conspirando y protagonizando sublevaciones, como la de Torrijos en 1831.
Se restituyen los derechos señoriales, se rehabilitan las órdenes religiosas suprimidas y se les devuelven las propiedades amortizadas, pero no se vuelve a reinstaurar la Inquisición.
Hay importantes problemas económicos:
- la imposibilidad de aumentar la recaudación.
- la pérdida definitiva de las colonias americanas. En manos de España sólo quedarán Cuba, Puerto Rico, las Filipinas y algunas islas del Pacífico.
- Desde 1825 hasta 1833: Los problemas económicos llevarán a Fernando VII a buscar la ayuda de los liberales más moderados. Esto provocará que los absolutistas más se agrupen en torno al infante Carlos Mª Isidro y se levanten partidas.
Fernando VII se rodea de ministros que consiguen sanear la Hacienda y organizar la administración y la economía.
Conclusiones: La Cuestión Sucesoria
En esta etapa se plantea la cuestión sucesoria. En España estaba vigente la ley Sálica. Fernando VII, ya que el rey estaba viudo y no tenía hijo, se casa, en 1829, con María Cristina de Borbón y en 1830, en previsión del nacimiento de una niña, ya que la reina estaba embarazada, se publica la Pragmática Sanción que derogaba la ley Sálica. Ese mismo año nace su hija Isabel.
En 1832 se producen los sucesos de La Granja: el rey nombró heredera a Isabel. Los ultraabsolutistas partidarios de don Carlos, los llamados carlistas, aumentaban. A la muerte de Fernando VII, en 1833, sube al trono su hija con el nombre de Isabel II, bajo la regencia de su madre Mª Cristina de Borbón. El infante don Carlos no acepta a su sobrina y se proclama rey. Se inicia la primera guerra carlista (1833-1839).