Evolución política de Italia: del parlamentarismo liberal al régimen fascista
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Evolución del sistema político italiano (1848-1922)
El poder ejecutivo pertenecía al Rey, quien lo ejercía a través del Gobierno, con ministros responsables que podían ser acusados por la Cámara y juzgados por el Senado. La duración media de los 70 gobiernos entre 1848 y 1922 fue de poco más de un año, y las disoluciones de la Cámara eran normales. La práctica política fue modificando el sentido del Estatuto, evolucionando hacia un régimen parlamentario, en parte porque los sucesivos reyes no abusaron de sus poderes.
Hasta los años 80, el sistema podía calificarse como orleanista (necesidad de la doble confianza), pasando luego a un sistema parlamentario. Las coaliciones en el Parlamento, con partidos de cuadros débiles e inestables que no llegaron a un sistema bipartidista como el británico, eran de centro-derecha o de centro-izquierda. Seguían la definición del Primer Ministro Cavour del connubio (matrimonio) entre ambos centros para oponerse a católicos y republicanos. Otro Primer Ministro, Depretis, teorizó la fórmula del transformismo, un conjunto de intercambios de dinero y favores para potenciar la mayoría parlamentaria de centro-izquierda y dificultar la oposición parlamentaria de la derecha.
El alto abstencionismo (40%), el clientelismo propiciado por los distritos uninominales y la retirada de los católicos de la política limitaron la participación a una franja reducida de ciudadanos. La situación cambió a partir de 1913, cuando tras la obtención del sufragio universal masculino y el temor al avance socialista, se permitió la participación de los católicos. Estos realizaron una alianza con los liberales moderados, el Pacto Gentiloni. Socialistas y católicos ganaron espacio a los liberales.
La frustración por la Victoria mutilada del Tratado de Versalles de 1919, que no satisfizo las exigencias territoriales italianas, las crisis económicas de la posguerra, el éxito de la revolución rusa, los fermentos revolucionarios del proletariado y campesinado, las dificultades de reinserción de los excombatientes y la aparición de un movimiento nacionalista liderado por el poeta Gabriele D'Annunzio facilitaron que un exsocialista, Benito Mussolini, se hiciera portavoz de estos movimientos heterogéneos. Fundó en 1919 los Fascios Italianos de Combate, que luego se convertirían en el Partido Fascista.
La Marcha sobre Roma y el ascenso del Fascismo (1922-1928)
Tras un periodo de violencia fascista, Mussolini llevó a cabo en 1922 la Marcha sobre Roma. El Rey le encargó formar gobierno, obteniendo el voto de mayoría absoluta en la Cámara, lo que le dio plenos poderes. Su objetivo era establecer un sistema totalitario, lo que logró en pocos años, manteniendo la Constitución, pero vaciándola de contenido.
En 1923 se limitó la libertad de prensa, que se suprimiría un año después. Se creó la Milicia Fascista de Seguridad Nacional y se adoptó una nueva Ley Electoral, la Ley Acerbo. En las elecciones de 1924, la lista fascista obtuvo el 65% de los votos, en medio de un violento periodo electoral marcado por las acciones de las brigadas fascistas. El asesinato del líder socialista Matteotti, que había denunciado la violencia, la retirada de la oposición del trabajo parlamentario, la negativa del Rey a revocar a Mussolini después de que este asumiera la responsabilidad histórica y moral del asesinato y su conversión en Jefe de Gobierno y Primer Ministro, permitieron las leyes fascistísimas de noviembre de 1926. Estas leyes incluyeron la disolución de los partidos políticos y la creación del Tribunal para la Defensa del Estado, con la reinstauración de la pena de muerte.
1.3. El ascenso de Mussolini al poder
Mussolini se convirtió en 1925 en Jefe del Gobierno y Primer Ministro, con poderes militares desde 1926 y cabeza del Gran Consejo Fascista. El sistema fascista estableció sus propias instituciones, superponiéndolas a las del Estatuto Albertino. Todo en el Estado, nada contra el Estado, nada fuera del Estado (Mussolini). El Estado es la expresión jurídica de la Nación, por lo que la soberanía es un atributo del Estado y no del pueblo.
Así, en 1928 la Cámara se convirtió en el Parlamento fascista, dependiente del Gran Consejo, con representación de profesiones y otras organizaciones. Solo sobrevivieron realmente el Monarca y el Senado. Por ley, Mussolini pasó a ser Presidente del Consejo de Ministros, titular efectivo del poder como Capo di Governo, nombrado por el Rey, uniendo esta posición a la jefatura del Partido Fascista. Respondía de sus actos solo ante el Rey y no ante las Cámaras. Los ministros solo eran responsables ante el Capo di Governo, y este de ellos ante el Rey. Aprobaba los órdenes del día de las Cámaras y el Gran Consejo, y podía legislar mediante decretos-leyes, estando obligado a dar cuenta de ellos a la Cámara en un plazo de dos años.