La evolución de la narrativa hispanoamericana en el siglo XX

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La evolución de la narrativa hispanoamericana durante el siglo XX puede describirse en cuatro momentos:

  • Hasta 1940:
    se consolida un realismo con temas americanos e interés social.
  • Años 40 y 50:
    se suceden experiencias renovadoras, compatibles con el acento social.
  • Años 60 y 70:
    se produce el boom o auge de la nueva narrativa, que sitúa a sus autores en la primera línea de la narrativa mundial.
  • Los herederos del boom:
    consolidan el éxito comercial de la novela hispanoamericana.

La novela realista: regionalismo y problemas sociales

La poesía se había renovado profundamente a través del Modernismo. El realismo domina la novela hasta los años 40.

Entre 1910 y 1920 destacan obras como Los de abajo (1916) de Mariano Azuela, Raza de bronce (1919) de Alcides Arguedas. Indigenismo, enfoque político-social y presencia de la naturaleza son sus principales ingredientes.

De 1920 a 1940. Las siguientes novelas son características de este periodo: La vorágine (1924) de José Eustaquio Rivera, Don Segundo Sombra (1926) de Ricardo Güiraldes, sobre la pampa y el gaucho argentino; Doña Bárbara (1929) de Rómulo Gallegos, y El mundo es ancho y ajeno (1941) de Ciro Alegría, sobre unos indios despojados de sus tierras.

Hacia la renovación: la superación del realismo

A partir de 1940 se buscarán otros temas y otras técnicas con las que tratar los motivos tradicionales. Se aprecian varias novedades:

  • Aparición de temas urbanos, junto a los rurales dominantes.
  • Se abordan problemas humanos, y no solo sociales.
  • Aparece la fantasía junto a la realidad: será el llamado “realismo mágico” o “lo real maravilloso”.
  • Hay una mayor preocupación por las estructuras y el estilo, gracias al influjo de los grandes novelistas europeos y norteamericanos.

Surge un panorama de autores en el que destacamos a los siguientes:

  • Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986): uno de los más asombrosos autores de cuentos de nuestra época. Sus relatos nos ponen en contacto con lo insólito y excepcional, proponiéndonos sutiles juegos mentales llenos de inteligencia. Sus cuentos se recogen en volúmenes como Ficciones y El Aleph.
  • Miguel Ángel Asturias (Guatemala, 1899-1974): aborda de forma muy nueva los viejos temas. En Señor Presidente (1946) trata la dictadura con técnica expresionista y alucinante. Obtuvo el premio Nobel en 1967.
  • Alejo Carpentier (Cuba, 1904-1980): en Los pasos perdidos (1953) y El siglo de las luces (1962) no dejó de avanzar en la renovación narrativa.
  • Juan Rulfo (México, 1918-1986): aporta una colección excepcional de cuentos con El llano en llamas (1953). También es autor de una novela magistral, Pedro Páramo (1955), donde se mezclan la vida y la muerte, lo real y lo sobrenatural, lo personal y lo social.

La nueva novela hispanoamericana: el boom

En los años 60, los lectores europeos quedaron fascinados por autores como Cortázar, Vargas Llosa, García Márquez, Sábato, Fuentes..., sumados a los que hemos citado con anterioridad, lo que situó en el primer nivel mundial a la narrativa hispanoamericana. Estos novelistas continuaban las innovaciones emprendidas por sus predecesores, llevándolas más lejos y aportando nuevos recursos, ampliando el universo temático, ahondando en el “realismo mágico”, experimentando con las estructuras, el lenguaje y el estilo, derrochando creatividad.

Nos centraremos en la obra de cinco autores, aunque la nómina de narradores valiosos debe incluir a otros como Mujica Láinez, Onetti, Lezama Lima, Uslar Pietri, Roa Bastos, Arreola, Donoso, Sarduy, Cabrera Infante, etc.

  • Gabriel García Márquez: novelas y cuentos El coronel no tiene quien le escriba y Cien años de soledad (1967). La imaginación creadora y la facilidad para contar son las principales virtudes de García Márquez. Otras obras destacables son Crónica de una muerte anunciada (1981) y El amor en los tiempos del cólera (1986). Recibió el premio Nobel en 1982.
  • Julio Cortázar: destaca como un estupendo autor de cuentos y como un novelista en el que lo fantástico surge dentro de lo cotidiano mostrando la complejidad de lo real. Su novela Rayuela (1963) es un alarde de maestría estilística y estructural (admite varios itinerarios de lectura).
  • Mario Vargas Llosa: La ciudad y los perros (1962), aunque quizá su obra cumbre sea Conversación en la catedral (1969), Pantaleón y las visitadoras o Lituma en los Andes. Premio Nobel 2010.
  • Ernesto Sábato: es autor de El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el exterminador (1974). Las dos últimas ofrecen una visión apocalíptica y crítica de nuestro mundo, y con estructuras narrativas libres y complejas.
  • Carlos Fuentes: La región más transparente y La muerte de Artemio Cruz.

A la sombra del boom: últimos novelistas

Los nuevos narradores accedían a un mercado mucho más atento a las novedades procedentes de Hispanoamérica, pero debían luchar por estar a la altura de sus predecesores. Entre los novelistas destacan:

  • Manuel Puig: con obras modernas y culturalistas como La traición de Rita Hayworth, The Buenos Aires affair y El beso de la mujer araña.
  • Alfredo Bryce Echenique: algunas de sus obras más representativas son Un mundo para Julius, La vida exagerada de Martín Romana y El hombre que hablaba de Octavia de Cádiz.
  • Isabel Allende (Chile, 1942): su obra es una muestra clara del influjo de García Márquez en la narrativa posterior. En ella se aprecian vetas mágicas, compromiso social y la voluntad de contar con sencillez. Su novela La casa de los espíritus (1982) supuso un éxito de ventas mundial. Otras narraciones suyas son Eva luna (1987), Paula (1994) e Hija de la fortuna (1999).
  • Luis Sepúlveda, el autor de Un viejo que leía novelas de amor, nació en Chile en 1949.

Como cuentistas, también debe destacarse la importancia de Augusto Monterroso (Lo demás es silencio) y de los uruguayos Mario Benedetti (Buzón de tiempo) y Eduardo Galeano (Las bocas del tiempo; Espejos).

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