Diferencia entre poesía arraigada y desarraigada

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BLAS DE OTERO (1916-1979). En una primera etapa, su poesía es existencial, desarraigada: Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia. Con la segunda etapa da el paso “del yo al nosotros” (en palabras de Alarcos), es la etapa de su poesía social: Pido la paz y la palabra, En castellano y Que trata de España. La aportación esencial de este poeta es su profunda y personalísima renovación del lenguaje poético en todas sus dimensiones (juegos fonéticos, sintaxis entrecortada, riqueza léxica, …) que tiene como resultado una efectividad expresiva sin parangón en la literatura española de posguerra.

GABRIEL CELAYA
(1911-1991). En su primera etapa es un poeta con rasgos neorrománticos y surrealistas: Las cosas como son. Hay en Celaya una etapa sencilla y de temas humanos, donde alcanza su propia voz y que vemos reflejada en su obra Tranquilamente hablando. Rompe con esta etapa y comienza a escribir su poesía comprometida y de denuncia social, es este el período más rico e influyente de su poesía: Las cartas boca arriba, Cantos íberos y España en marcha. En la última etapa, en algunos versos se desnuda de todo lo personal y se acerca al puro experimento lingüístico: El derecho y el revés o Penúltimos poemas.
Gloria fuertes (1917-1998). Poetisa de voz personal e intransferible, con su fuerte carga de profundidad social en los 50. Escritora medíática, se hizo especialmente conocida en España a partir de los años setenta por sus colaboraciones en programas infantiles y juveniles de Televisión Española, fama que eclipsó su reconocimiento como poeta de la posguerra española. En su poesía abogó por la igualdad entre mujeres y hombres, el pacifismo y la defensa del medio ambiente. En 2017, con motivo de la celebración del centenario de su nacimiento se ha reivindicado su papel en la poesía española del Siglo XX. Destacan sus poemarios Isla Ignorada, Antología y Poemas del suburbio, Aconsejo beber hilo, Cómo atar los bigotes al tigre y Obras incompletas.


ÁNGELA FIGUERA AYMERICH (


1902-1984). Se la considera una de las principales figuras de la denominada poesía desarraigada de la Primera Generación de Postguerra Española. Su primera obra poética Mujer de barro la escribe con cuarenta y seis años, se trata de una obra de temática amorosa. Al igual que Gabriel Celaya y Blas de Otero, escritores también vascos como ella, empieza su etapa de poesía social: Belleza cruel y Toco la tierra. Letanías; este último es considerado por muchos su libro de mayor madurez.
ángel González(Oviedo, 1925-2008). Su obra presenta dos etapas, aunque, vistos en su conjunto, sus versos constituyen un único libro en continuo desarrollo. El primer ciclo comienza con Áspero mundo (1956) y se alarga hasta Tratado de urbanismo (1967). Su poesía refleja una amarga decepción y un pesimismo de corte existencial, que conjuga con una dura crítica del mundo que le rodea. El aspecto fundamental de Áspero mundo es el paso del tiempo planteado con gran dramatismo, y el dolor y la decepción son las notas predominantes. Otros libros: Grado elemental (1962), Palabra sobre palabra (1965) y Tratado de urbanismo (1967). La segunda etapa comienza con Breves acotaciones para una biografía (1971) y Prosemas o menos (1985), entre otros. Esta segunda etapa se caracteriza por una mayor libertad expresiva que se traduce en distorsiones semánticas, rupturas de frases hechas, juegos de palabras, deformaciones y violaciones sintácticas; también la ironía y el humor que, en ocasiones, lleva al chiste; y el uso de un léxico muy poco poético (los “antipoemas”).


José agustín goytisolo (


1928-1999). Se inicia con El retorno, elegía dedicada a su madre muerta durante un bombardeo en Barcelona, tema que repite treinta años después con Final de un adiós. Inició su poesía satírica con lenguaje sarcástico con Salmos al viento, sigue con Algo sucede y Bajo tolerancia, obras en las que muestra su irónica actitud ante la realidad española de entonces. En los años 80 publica tres nuevas recopilaciones de poemas: Palabras para Julia y otras canciones donde agrupa sus “letras para cantar”, A veces gran amor, antología de tema más o menos amoroso y Sobre las circunstancias, donde recoge poemas de “circunstancias” con un tono irónico o sarcástico.
JAIME GIL DE BIEDMA (1929-1990). Es breve la trayectoria poética de este poeta que abandona la escritura de la poesía –según él– porque ya no siente la necesidad o la pasión de escribir. El tema central de su poesía es el paso del tiempo y el cómo salvarse del tiempo se convierte en una obsesión: él mismo declara que los dos temas esenciales de su poesía son “el tiempo y yo”. Su obra poética Compañeros de viaje, Moralidades y Poemas póstumos se halla recogida en un breve volumen titulado Las personas del verbo. Un aspecto importante de la poesía de Gil de Biedma es el escenario urbano en el que se sitúan la mayoría de sus poemas, lo que se interpreta no solo como un signo de modernidad sino también como una actitud irónica del poeta hacia los moldes poéticos tradicionales en los que la naturaleza era un escenario convencional. Asimismo, es frecuente en su poesía el empleo de un tono conversacional que acerca la expresión al plano oral y le da una impresión de viveza.
José ángel valente (1929-2000). La escritura de Valente ha sido una constante indagación en el lenguaje en busca del conocimiento poético y de la propia salvación a través de la palabra. Su poesía evoluciona desde una concepción ascética hasta un planteamiento místico. Valente divide su obra poética en dos grandes bloques o ciclos: el primero lleva el título global de Punto cero (1953-1976) y abarca desde A modo de esperanza hasta Interior con figuras; el segundo, el más compacto y unitario, es el fundamental y lo titula Material memoria (1977-1992) y comprende desde el libro así titulado hasta No amanece el cantor; su último poemario Nadie (1996) quedaría fuera de este segundo ciclo.
Francisco BRINES (1932). Es el autor más homogéneo de su promoción, ya que su visión poética ha cambiado muy poco desde su primer libro. Su poesía se caracteriza por estar dominada por una gran preocupación metafísica y tono meditativo y elegíaco, con el tiempo, el amor y la muerte serán sus ejes temáticos. Como recursos expresivos: la implicación continua del lector y la abundancia de escenas cotidianas.También en este autor el núcleo principal de la poesía es el paso del tiempo y las consecuencias que ello provoca. Entre sus libros destacan Las brasas, Palabras a la oscuridad, Aún no y El otoño de las rosas.


José ángel valente (1929-2000). La escritura de Valente ha sido una constante indagación en el lenguaje en busca del conocimiento poético y de la propia salvación a través de la palabra. Su poesía evoluciona desde una concepción ascética hasta un planteamiento místico. Valente divide su obra poética en dos grandes bloques o ciclos: el primero lleva el título global de Punto cero (1953-1976) y abarca desde A modo de esperanza hasta Interior con figuras; el segundo, el más compacto y unitario, es el fundamental y lo titula Material memoria (1977-1992) y comprende desde el libro así titulado hasta No amanece el cantor; su último poemario Nadie (1996) quedaría fuera de este segundo ciclo.
Francisco BRINES (1932). Es el autor más homogéneo de su promoción, ya que su visión poética ha cambiado muy poco desde su primer libro. Su poesía se caracteriza por estar dominada por una gran preocupación metafísica y tono meditativo y elegíaco, con el tiempo, el amor y la muerte serán sus ejes temáticos. Como recursos expresivos: la implicación continua del lector y la abundancia de escenas cotidianas.También en este autor el núcleo principal de la poesía es el paso del tiempo y las consecuencias que ello provoca. Entre sus libros destacan Las brasas, Palabras a la oscuridad, Aún no y El otoño de las rosas.
CLAUDIO RODRÍGUEZ (1934–1999). La breve pero singularísima obra de Claudio Rodríguez se caracteriza por dotar de un enorme valor simbólico y expresivo los elementos más corrientes de la vida rural. En su obra poética se distinguen distintas fases, una por cada libro publicado, que se corresponden con la trayectoria vital e intelectual del poeta. En su primer libro Don de la ebriedad, el poeta canta la esencia de la poesía y utiliza un léxico rural y natural. En Conjuros lo que domina es la indagación en las cosas, en los elementos más comunes, naturales y sencillos. El vuelo de la celebración significa la uníón del poeta con la persona amada y con las cosas; el amor se revela como la más alta vía de conocimiento, la que permite ver lo que habitualmente no se ve. Su último libro publicado, Casi una leyenda, gira en torno a la dialéctica historia/leyenda referida a la vida del autor y su diálogo con las cosas

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