Desafíos Financieros de los Sistemas de Pensiones Públicas: Reparto vs. Capitalización
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Sistemas de Capitalización
En los sistemas de capitalización, las cantidades de dinero aportadas a un fondo de pensiones se invierten por los gestores de este, obteniéndose un rendimiento. La suma de lo aportado forma un capital al que se han ido añadiendo los rendimientos obtenidos, y ese total se transforma, en el momento de la jubilación, en una renta vitalicia cuyas anualidades son los pagos de pensión. La rentabilidad real que se obtenga con las aportaciones efectuadas será atractiva si la economía crece en términos reales y si la tasa de rendimiento del capital es mayor que la tasa a la que aumenta la renta nacional. Esto es lo que ha ocurrido en muchos países durante los últimos 15 o 20 años. Sin embargo, no hay garantía de que esa situación perdure. La volatilidad de los mercados financieros es un fenómeno bastante habitual, y la inflación, una mayor longevidad de los pensionistas o las crisis financieras son riesgos inherentes a este sistema que pueden producir dificultades e incluso quiebra.
Sistemas de Reparto
En los sistemas de reparto, la carga de financiar las pensiones de los jubilados se reparte entre los trabajadores activos, normalmente con cotizaciones sociales que pagan empresarios y trabajadores. La población activa financia las pensiones de los jubilados. El gran problema del futuro del sistema de reparto surge porque el sistema está expuesto a los cambios demográficos de la sociedad y porque las pensiones públicas se han usado en el pasado como instrumento de redistribución (lo que es posible con el sistema de reparto y no con el de capitalización). Cuando se alcanza la edad de jubilación se espera recibir una pensión que normalmente está indexada según la inflación anual prevista, de forma que se mantenga su valor real. Si aumenta la productividad del trabajo en la economía, los salarios más recientes y las nuevas pensiones habrán crecido. Ahora bien, ese incremento de la productividad del trabajo se ha utilizado en bastantes ocasiones para aumentar el nivel de todas las pensiones, por encima de la tasa de crecimiento de la economía y de los salarios medios, por lo que actuales pensionistas tienen una pensión razonable en relación con lo que aportaron en el pasado. Esto introduce mayores dificultades financieras en el sistema que se complican seriamente a causa de la demografía: si cada vez hay más jubilados, y los trabajadores que pagan son menos, hay un problema. Esta es la causa más importante de la crisis financiera del sistema público de pensiones que se puede prever para el futuro. Si no se modifican las condiciones actuales, el déficit del sistema será intolerable.