La Crisis del 98: Antecedentes, Consecuencias y Balance

A finales de siglo, la realidad social y económica de España era bien distinta de la de los comienzos de la Restauración. Sin embargo, la clase política no había iniciado una clara transformación de las estructuras políticas a pesar de las medidas adaptadas por Sagasta. Ciertas regiones agrícolas como el Levante y área del Guadalquivir, habían iniciado una agricultura de exportación que suponía grandes beneficios. La situación tan difícil con el último episodio de nuestra política exterior: la pérdida de las últimas colonias en 1898 tras una derrota rápida frente a Estados Unidos. Se perdían los restos del antiguo imperio español: Cuba, Puerto Rico, Islas Filipinas, etc.

A lo largo del periodo de la Restauración, gobernó el partido conservador de Cánovas y el partido liberal de Sagasta. La alternancia con dicho partido significó algunos avances en el proceso democratizador, como la concesión del sufragio universal masculino en 1890.

Al margen de la alternancia política se situaban los carlistas, que se exiliaron a Francia, y las fuerzas republicanas.

Tras la muerte de Alfonso XII, se inició la Regencia de Mª Cristina de Habsburgo hasta la mayoría de edad de Alfonso XIII.

Hasta la crisis del 1898, la Restauración fue un periodo de gran estabilidad. En 1878, se firmó la paz de Zanjón que ponía fin a la guerra de Cuba (1868-1878).

España sufrió duramente la profunda crisis que padeció Europa en el último tercio del siglo XIX. Tras una serie de años de malas cosechas, se produjo en Europa y, por lo tanto, en España, la llegada masiva de importaciones de cereales de Estados Unidos y Rusia. Esto originó el hundimiento de los precios y la disminución de los beneficios.

Esta crisis fue acompañada de la crisis de la viticultura: la viña había tenido una gran expansión en España desde mediados de los años sesenta, gracias a la propagación de la plaga de la filoxera en Francia. Esta situación había originado una fuerte demanda de vino español. Pero, a partir de la década de los noventa, esta plaga penetró en España por los Pirineos y produjo la destrucción de miles de hectáreas. La exportación creciente del aceite de oliva y de los cítricos suavizó la gravedad de la situación agraria de finales de siglo. El retorno al proteccionismo se inició a partir de los años noventa: la mayoría de los países europeos, incluida España, iniciaron medidas proteccionistas para obstaculizar las importaciones y estimular el crecimiento interno. La primera medida fue la aprobación de un arancel proteccionista desarrollado por Cánovas del Castillo- el Arancel Cánovas-.

La España de la Restauración viene a coincidir con un largo periodo de paz en Europa. Alemania ejerce un inteligente sistema de alianzas con Austria, Rusia e Italia. Mientras tanto, Francia y Gran Bretaña serán los abanderados del gran impulso colonial que emprenden las naciones industrializadas en el último tercio del siglo XIX. Europa se lanzó a la conquista de África y de Asia, y los Estados Unidos, superada su guerra de Secesión, puso sus ojos en las últimas piezas del imperio español: las islas de Cuba y Puerto Rico en el Caribe, y las Filipinas en el Pacífico.

La situación de Cuba y Puerto Rico presentaba unos rasgos coloniales muy peculiares. Ambas islas, situadas en las cercanías de Estados Unidos, basaban toda su economía en una agricultura de exportación de sus dos productos fundamentales: el azúcar de caña y el tabaco. España les prohibía comerciar con Europa y Estados Unidos. Aportaban un flujo constante de beneficios en España. En las islas Filipinas el control español se basaba en una fuerza militar no muy amplia y en la presencia de varias órdenes religiosas.

Comenzaron en Cuba los primeros movimientos autonomistas al producirse una sublevación popular, cuyas demandas eran la abolición de la esclavitud en las plantaciones y la autonomía política. Además, el proyecto hegemónico de Estados Unidos sobre el Caribe implicaba el desplazamiento de España del área potencia de segundo orden.

La guerra de los Diez años duró hasta 1878 y concluyó con la paz de Zanjón, por la que España se comprometió a conceder un autogobierno. Los resultados de esta paz fueron escasos. En la década siguiente, se frustraron las aspiraciones autonomistas debido a la oposición contraria de la oligarquía azucarera.

En el año 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario Cubano, que inició el levantamiento independentista en 1895. España envió un ejército al mando del general Martínez Campos. La insurrección de Filipinas comenzó por el descontento de ciertos grupos indígenas con la administración española y por el excesivo poder de las órdenes religiosas. El dirigente que encabezó la insurrección, José Rizal, fundó la Liga Filipina con un programa simple: expulsión de los españoles, de las órdenes religiosas y la expropiación de los latifundios para lograr la independencia. En 1897, tras el asesinato de Cánovas, los independentistas cubanos y filipinos, que contaban con el apoyo de Estados Unidos, se negaron a aceptar el fin de la guerra.

En 1898, la voladura del acorazado Maine, anclado en el puerto de La Habana, fue el pretexto para Estados Unidos para declarar la guerra a España. Los norteamericanos intervinieron en Cuba y en Filipinas al mismo tiempo: la guerra fue rápida tras la derrota de la escuadra española en Cavite y Manila, en Filipinas, y en Santiago (Cuba). Se firmó la Paz de París en la que España perdía Cuba y cedía Puerto Rico, Filipinas y la isla de Guam a los Estados Unidos.

La estabilidad económica y política que siguió a la crisis del 98 prueba que fue más una crisis moral e ideológica, que causó un importante impacto psicológico entre la población, que un desastre económico. Por otro lado, la derrota y la pérdida de 50.000 hombres produjeron una conmoción intensa en la sociedad española. El desastre del 98 provocó:

- Una crítica de grandes escritores, la llamada Generación del 98.

- Unas propuestas de reforma y modernización política, el regeneracionismo. La figura más interesante de este movimiento fue Joaquín Costa.

- Un desarrollo de los nacionalismos periféricos, sobre todo en el País Vasco y en Cataluña.

- La derrota militar supuso un cambio de mentalidad del ejército, convencido de que la derrota había sido por culpa de los políticos.