SIGLO xix

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Entierro en Ornans, 1849-50
Presentado al Salón de 1851, es una de las obras más importantes de Courbet. El arte y su mundo han llegado a un punto en el que consideran al artista como un genio. Courbet reivindica volver al principio, que el artista se le considere un trabajador. Courbet escribió una carta a un crítico de la época donde enumeraba a todos y cada uno de los personajes que aparecen en el cuadro y que han pasado por su taller. Lo presenta como una asociación pueblerina. En esa mirada crítica, presentar la realidad es disponer frente a los ojos del espectador instrumentos suficientes para la crítica. Plasma un mundo tosco y primitivo que requiere una transformación en progreso. Las claves políticas del cuadro están en abordar la realidad sin máscaras, entregar a los espectadores la verdad tal y como es. El cuadro es de gran tamaño.
Estudio del pintor, 1855
Sintonía bastante real con lo que es la pintura de Courbet. Cuadro de grandes dimensiones, muy pretencioso. Lo realiza como muestra de que el realismo no está muerto. Presenta la historia moral y física de su taller. Crea un enorme universo que gira en torno a él. Se coloca en el centro de la composición, pero acaudillando una actitud de confrontación contra la ideología dominante. La composición se divide en dos partes, a la derecha los amigos del arte, a la izquierda los desamparados. Crea un gran teatro del mundo, y se sitúa en el centro, ya no solo por su pedantería, sino porque como artista ha de manifestar el espectáculo del mundo.
Los luchadores, 1853
Esta obra supone una bofetada al buen gusto del grupo burgués que encarna los valores contrarios a los de Courbet. Distintos autores han interpretado un contenido explícitamente político. El hipódromo era el lugar de exhibición de la burguesía del Imperio. La burguesía toma la ciudad y la transforma en un palacio. Courbet les obliga a contemplar en lugar de una carrera de caballos, un espectáculo de lucha. Los dos personajes representados no poseen un cuerpo escultural, sino que presentan la robustez de un albañil. Obliga a la burguesía a contemplar al proletariado. Se ha interpretado el calzoncillo rojo como representación del socialismo, derribando las de la Iglesia. Hipótesis de los expertos del s. XIX. Gran rechazo del cuadro.
El aventador, 1866-68
En Millet se juntan componentes contradictorios entre sí. Nos presenta una figura masculina, un tipo sucio, con hombros demasiado grandes, pies torpes con zuecos… esta imagen netamente campesina está mágicamente recogida. Es un ensalzamiento del mundo rural. Esta magia de la pintura de Millet que hace tan sugestiva sus composiciones tuvo gran significado para multitud de artistas contemporáneos como Dalí que dedicó multitud de cuadros al Ángelus de Millet. Crea una maravillosa nube de grano que salta en el aire y nos lanza texturas de paisajes donde la realidad se vuelve tangible. Recuerda a Rembrandt y a toda la tradición de pintura holandesa que le precede. Transforma en héroe y protagonista a un campesino pobre, duro y basto. Y hace que en torno a él se genere belleza. Muestra una actitud distinta a la de Courbet.
Las espigadoras, 1857
El duro trabajo que supone espigar pasa a formar parte de un segundo plano. Millet transforma esta ardua tarea en un ballet mágico. Los ejes de dirección de los dos personajes están abiertos, imaginamos el ritmo con el que se mueven para barrer el campo. Crea una atmósfera mágica producida por la flotación de las pajillas en el aire la mística llevada a sus últimas consecuencias. En Millet y el pre rafaelismo existen puentes que pueden actuar como nexo de unión.
Olimpia, 1863
Posiblemente sea ésta la obra más famosa de Manet, junto a Desayuno en la hierba <http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/cuadros/1529.htm>. Fue presentada al Salón de 1865 junto a Cristo escarnecido por tres soldados, contraponiendo así una figura masculina y otra femenina, ambas desnudas. Para los críticos y público fue una provocación, por lo que de nuevo se produjo el escándalo; por el contrario, recibió apoyo y felicitaciones de los jóvenes artistas que después formarán el grupo impresionista <http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/estilos/21.htm>. El pintor presenta la figura de una prostituta de alto postín, desnuda, tumbada sobre un diván, acompañada de su dama y de un gato negro. La modelo que posó para el cuadro fue Victorine Meurent, favorita de Manet y amante del fotógrafo Nadar. La principal fuente de inspiración es la Venus de Urbino <http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/cuadros/3549.htm> deTiziano <http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/pintores/3451.htm>, copiada durante la estancia en Florencia de 1853 ó 1856. También existen ecos de la Maja Desnuda <http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/cuadros/947.htm> de Goya <http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/pintores/2085.htm> y la Odalisca con esclava deIngres <http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/pintores/2288.htm>. Sin embargo, la novedad que aporta Manet es que se trata de una mujer de carne y hueso, olvidando la relación con la mitología o lo oriental. Es decir, se trata de una escena contemporánea, inspirada en una poesía de Baudelaire dedicada a una cortesana. Aquí estaría el punto de partida de las escenas de burdel que tan famoso harán, por ejemplo, a Toulouse-Lautrec <http://www.artehistoria.jcyl.es/genios/pintores/3464.htm>. El recurso de unir modernidad y tradición clásica era

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