La primera guerra carlista

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LA PRIMERA GUERRA CARLISTA. Se iniciaba una larga guerra civil, que enfrentaria a los defensores del Antiguo Regimen con los partidarios de iniciar un proceso reformista de carácter liberal. El carlismo se presentaba como una ideologia tradicionalista y antiliberal que recogia la herencia de movimientos similares anteriores. Entre quienes apoyaban el carlismo figuraban numerosos miembros del clero  y una buena parte de la pequeña nobleza agraria. Los carlistas tambien contaron con una amplia base social campesina. Ademas los carlistas se identificaban con los valores de la Iglesia, a la que consideraban defensora de la sociedad tradicional.  La causa isabelina conto en sus inicios con  el apoyo de una parte de la alta nobleza y de los funcionarios, asi como de un sector de la jerarquia eclesiastica. La regente tuvo que acceder a las demandas de los liberales que exigian el fin del absolutismo y del Antiguo Regimen. Los carlistas no pudieron contar inicialmente con un ejercito regular y organizaron sus efectivos en grupos armados que actuaban según el metodo de guerrillas. Las primeras partidas carlistas se levantaron en 1833 por una amplia zona del territorio español.

El conflicto armado paso por dos fases bien diferenciadas: la primera etapa se caracterizo por la estabilización de la guerra en el norte y los triunfos carlistas. El general Zumalacararregui, que se hallaba al mando de las tropas norteñas, logro organizar un ejercito pero fracaso en la toma de Bilbao. En la zona de Levante, los carlistas estaban mas desorganizados, operando con escasa conexión entre las diferentes partidas. El general Cabrera se convirtió en uno de los lideres carlistas mas destacados. En la segunda fase a partir de la victoria del general Espartero, los insurrectos, faltos de recursos para financiar la guerra y conscientes de que no podian triunfar si no ampliaban el territorio ocupado, iniciaron una nueva estrategia caracterizada por las expediciones a otras regiones. La constatacion de la debilidad del carlismo propicio discrepancias entre los transaccionistas, partidarios de alcanzar un acuerdo con los liberales y los intransigentes, defensores de continuar la guerra. El jefe de los transaccionistas, el general Maroto, acordo la firma del Convenio de Vergara con el general Espartero.

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