La muerte en luces de bohemia

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LA MUERTE

El tema de la muerte es recurrente en toda la obra y sirve como eje que la vertebra. Luces de bohemia empieza con una alusión de Max a la muerte como solución a las penalidades que se le presentan y él ironiza: "Con cuatro perras de carbón hariamos el viaje eterno". Y en la escena final aparecen unos titulares de un periódico: "El tufo de un brasero. Dos señoras asfixiadas", que remiten a la esposa y la hija de Max. Es el tema que, por tanto, da unidad a la obra y crea esa estructura circular entre el preludio del principio y el trágico final. Este tema se personifica sobre todo en la trayectoria de Max Estrella. Tras haber tenido que renunciar a sus ilusiones, queda degradado como persona y como artista y únicamente ve la muerte como liberación de toda esa degradación y del esperepento que le rodea.

Sin embargo, lo verdaderamente importante de Luces de bohemia es ver cómo un tema esencialmente trágico como es la muerte de un poeta ciego se vuelve grotesco, y cómo un títere trágico (Max) puede llegar a liberarse de esa condición de títere precisamente a través de la muerte. La escena antológica de la muerte de Max es el culmen o ejemplo más alto del humor espeluznante que representa el esperpento. Max se siente, al mismo tiempo, confundido, inquieto y ultrajado, pero también sentado y divertido irónicamente al ver que el trágico momento de la verdad se vuelve risible. Su muerte será absurda adrede porque quiere sumergirse totalmente en el abismo del absurdo. El culmen del absurdo es el momento en que Don Latino lo abandona en plena calle y Max muere solo.



Como colofón a tanta deformación y absurdidad, su entierro será una parodia del de Ofelia en Hamlet. Es una escena verdaderamente patética y tristemente risible. En Hamlet, en el entierro de Ofelia, aparecen dos sepultureros que hablan sobre el suicidio y el entierro cristiano y acaban con una serie de chistes y afirmaciones divertidas. Se contrapone la tortura mental de Hamlet a estos comentarios graciosos, que son sólo intervalos cómicos en la tragedia tradicional y refuerzan la diferencia entre las dos acciones, la trágica y la cómica.

 En Luces de bohemia, el entierro de Max Estrella aparece en la escena 14. También encontramos dos sepultureros que hablan de la muerte y los entierros. Con ellos están Rubén Darío y el Marqués de Bradomín, que están comentando el Hamlet y, concretamente, la escena del entierro. Los sepultureros no dan lugar a un intervalo cómico; aquí se les califica de "filósofos estoicos", cuando lo que hacen es comentar verdades brutalmente naturalistas acerca de la muerte y hacer cínicos discursos sobre su profesión. El Marqués los defiende como filósofos verdaderos porque no se desdoblan ante las tragedias personales de las familias de los muertos.

 Así, mientras en Hamlet, la escena del entierro de Ofelia supone una interrupción cómica dentro de la dolorosa tragedia, en Luces de bohemia, es una irrupción trágica en medio de lo ridículo y lo grotesco. Eso acrecienta su carácter esperpéntico.

Otra variante no menos dolorosa y cínica del tema de la muerte es el momento en que una bala perdida alcanza a un niño por azar y lo mata. La madre llora desconsolada en medio de la calle, mientras el coro de fantoches no se inmuta ante tanta desgracia y se muestra isensible a ella.

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