Kubla khan

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Oda a una urna griega


El poema Oda a una urna griega pertenece al escritor John Keats, que fue uno de los poetas de la segunda generación de la poesía romántica inglesa. Estos poetas, por sus actitudes e ideas, son conocidos con el nombre de poetas rebeldes y entre ellos podemos destacar a Lord Byron, Percy Bysshe Shelley y al ya mencionado anteriormente John Keats.
John Keats comenzó su aprendizaje como cirujano en 1810, pero poco después abandonó los estudios para dedicarse a la vida literaria. Hacia 1818 comenzó a notar los primeros síntomas de tuberculosis, por lo que se trasladó a casa de un amigo suyo. Allí conoció a una joven de la cual se enamoró. Finalmente tuvo que abandonar Inglaterra y se instaló en Italia, donde murió en 1821.
El Romanticismo, época en la que el poeta desarrolló toda su obra, en estos momentos ya está instaurado y extendido por otras partes de Europa.
La época romántica inglesa acentuó la emoción sobre la razón. El culto a la naturaleza también caracterizó dicha literatura y se produjo la primacía de la voluntad individual sobre las normas sociales de conducta. Además hubo también una preferencia por la ilusión de la experiencia inmediata en cuanto opuesta a la experiencia generalizada y el interés por lo que estaba lejos en el espacio y en el tiempo.
La poesía de Keats posee un tono intimista y además le atrae todo lo que esté relacionado con el mundo griego, pues dice que en ello percibe la belleza de las formas clásicas.
A esas características responden sus cinco grandes odas, entre las que encontramos Oda a una urna griega.
Es una obra muy bien elaborada, con una gran percepción formal, pero que contiene dentro un montón de pasión y de sentimiento. Además, posee una forma exquisita de expresar la melancolía, el dolor, el amor, etc. Al ser una traducción del inglés no podemos analizar su métrica.
El título de la composición poética ya nos resume su tema.
El poema trata de la inmortalidad de la bellaza, puesto que está unida a la divinidad. Lo que simboliza el poema es el poder inmortalizador de la belleza que se manifiesta en las producciones artísticas que fueron capaces de crear los griegos.
La estructura externa de la composición es muy clara: cinco estrofas claramente diferenciadas y exactamente iguales.
Respecto a su estructura interna, podemos comentar que en la primera estrofa el poeta escribe dirigiéndose al propio objeto del que estamos hablando (novia intacta). Hay algo grabado o dibujado en este objeto, y el poeta se pregunta a sí mismo qué leyenda estarán representado dichos dibujos. Toda la segunda parte de la estrofa está llena de preguntas retóricas y de repeticiones de elementos interrogativos.
En la segunda estrofa nos dice que el caballero que hay representado en la urna nunca podrá alcanzar a la dama de la que está enamorado, puesto que esto es solo un dibujo.
En la tercera estrofa, el poeta nos habla de unos árboles que nunca perderán sus hojas y de un músico que nunca podrá dejar de tocar, puesto que como ya hemos mencionado anteriormente esto es tan solo un dibujo.
En la siguiente estrofa nos describe a un grupo de gente que ha dejado el pueblo y que se dirigen en procesión hacia algún lugar. Es una caminar hacia la divinidad, y las calles del pueblo se quedarán vacías para siempre.
En la última estrofa del poema el poeta dice que cuando todos hayamos envejecido, la obra de arte permanecerá ahí, sin sufrir ningún cambio.
Lo único que intenta el poeta durante todo el poema es hablar con una urna que descubre en un museo, y se ve sorprendido por el misterio suspendido en la eternidad de lo que rebela.
En el poema hay un contraste entre las cenizas de los muertos que contienen las urnas y la estética inmortal de esas urnas. Así, el autor ensalza las figuras labradas sobre el mármol de las urnas: flautas que representan canciones inaudibles, el amado que nunca podrá besar a su amada pero que la amará para siempre pues siempre será hermosa, ramas que nunca perderán sus hojas, etc. La belleza de estas representaciones contrasta con la vejez que consume al hombre y le hace mortal. La sentencia final del poema es clara: la belleza es verdad y la verdad belleza.

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