Comentario de texto histórico: Manifiesto de los Persas

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Manifiesto de los Persas.

 

Texto de carácter político fechado en 1814, coincidente con el retorno de Fernando VII de Francia una vez terminada la Guerra de la Independencia española. Podemos considerar al autor colectivo, pues se trata del manifiesto que un grupo de diputados de las Cortes ordinarias de Cádiz, elegidos tras la promulgación de la Constitución de 1812, dirigen al monarca español. Este grupo de diputados era de ideología absolutista y se les conoce como "los Persas", por la alusión que hacen a los reyes persas al comienzo del escrito. El destinatario del texto es el rey y la finalidad del mismo es convencer al monarca para que termine con la Constitución y restaure el absolutismo. Se trata de una fuente primaria y directa, importante, sin duda, para el estudio del reinado de Fernando VII.

 

El texto en sí no es más que un intento por justificar teóricamente la monarquía absoluta, que en líneas generales identifican con el despotismo ilustrado, para terminar solicitando su restauración en detrimento del régimen liberal emanado de la constitución de 1812.

El problema histórico es la restauración de la monarquía absolutista de Fernando VII, tras la derrota de Napoleón, y la abolición de la Constitución de 1812 y su legislación ordinaria, en un contexto internacional europeo de vuelta al Antiguo Régimen.

 

Monarquía absoluta: Sistema político dominante en la Europa de los S. XVI al XVIII, en el que el Rey ostenta el poder único y total del Estado, al aunar en su persona los tres poderes, y será la fuente de todo poder y de toda ley, y todo ello por voluntad divina, por lo que sólo está sujeto a la Ley Natural, a la tradición y a las propias leyes emanadas de él mismo. Es la institución política en la que la jefatura del Estado es ejercida por una sola persona, que transmite este derecho dentro de su familia o dinastía por herencia. Es una evolución de la monarquía autoritaria del XVI.

Constitución de Cádiz: Ley suprema y fundamental en la que se basa un Estado de Derecho y que obliga a todos. Surgieron a partir de las revoluciones burguesas de finales del XVIII y principios del XIX. Las actuales emanan de la soberanía a través de sus representantes en las Cortes o Parlamentos y están expresadas en un documento escrito. Fue la primera y de tipo progresista. También se la ha llamado la Pepa, por publicarse el 19 de marzo.

Cortes: Órgano de gobierno representativo existente en los distintos reinos de la Península Ibérica desde la época medieval. Formadas por cada uno de los estamentos, convocadas por los monarcas con el único objetivo de pedir asesoramiento en algún asunto de estado o solicitar aumento de impuestos o algún nuevo tributo. También se ocupaban de la sucesión de la corona y juraban lealtad a los herederos del monarca. Son el órgano legislativo y representativo de la soberanía de la nación, ejerciendo, también una labor de control del gobierno. En los textos constitucionales españoles predomina el modelo bicameral salvo en la Constitución de 1812 que era unicameral.

 

Derrotado Napoleón, Fernando VII regresa a España en marzo de 1814. Fernando, decide ir a Valencia. Allí 69 diputados absolutistas le hacen entrega del Manifiesto de los Persas, solicitándole la anulación de todo lo aprobado en Cádiz y la vuelta al Antiguo Régimen. El monarca publica el Decreto del 4 de Mayo anulando la obra de las Cortes de Cádiz. Da comienzo una etapa absolutista. Los liberales son detenidos o asesinados y la dura represión obliga a muchos a marchar al exilio por vez primera.

Se produce la vuelta al Antiguo Régimen, en una situación internacional favorable, ya que las potencias vencedoras inician la Restauración del absolutismo en Europa.

Fracasa un intento de reformar la Hacienda por la oposición de los privilegiados a pagar impuestos. La incapacidad del gobierno para resolver estos problemas sin acabar con la vieja estructura social genera la quiebra de la monarquía absoluta. Empieza a fraguarse una oposición. Esta minoría liberal  protagoniza pronunciamientos militares. Tras el pronunciamiento de Riego se repone la Constitución de 1812 que Fernando VII se ve obligado a jurar en marzo. Las Cortes restauran parte de la obra de las Cortes de Cádiz pero surgen dos problemas:

- La actitud conspiradora del propio monarca, que paraliza con su veto todas las leyes que puede y la formación de partidas realistas de voluntarios absolutistas.

- La división de los propios liberales en dos tendencias: moderados y exaltados. La situación está muy agitada y tensa. Los moderados gobiernan hasta 1822 y luego los exaltados. Fernando VII es repuesto como monarca absoluto. De nuevo hay una feroz represión contra los liberales. La Administración y el ejército se depuran. Fernando VII no restablece la Inquisición, pero se crean Juntas de Fe en algunas provincias y un verdadero terror se extiende por el país. Surge un nuevo instrumento de represión: la policía. Los problemas económicos fuerzan al rey a tímidas reformas. Estas reformas son mal vistas por los sectores tradicionalistas de la Corte, nobleza y clero.

Los tradicionalistas apoyan a D. Carlos Mª Isidro, hermano del rey y probable sucesor, ya que Fernando no tiene hijos. Pero en 1830, la cuarta esposa del rey, Mª Cristina, da a luz una hija, Isabel. Se origina una grave cuestión sucesoria, ya que estaba vigente la Ley Sálica. Fernando VII promulga la Pragmática Sanción, que deroga la Ley Sálica. Se forman dos bandos en la Corte: los partidarios de D. Carlos (absolutistas) no la aceptan, e intrigan para que el rey enfermo reponga la Ley Sálica. Los liberales apoyan a Isabel. Mª Cristina, nombrada regente por la enfermedad de Fernando, se inclina hacia éstos, inicia reformas y decreta una amnistía; regresan 10.000 exiliados. Fernando VII muere en 1833 dejando a su hija Isabel, de tres años de edad, como heredera del trono. D. Carlos no lo acepta y se proclama rey. Se inicia así la primera guerra carlista.

 

Recibido con entusiasmo, el Rey pronto manifestó cuáles eran sus intenciones respecto a los cambios acaecidos en el país en su ausencia. El 10 de mayo entraba el Rey en Madrid, aclamado por una población que seguía viendo en él a un auténtico salvador.

El apoyo de la nobleza y el clero absolutistas se expresó en el documento que en Valencia habían entregado al Rey un centenar de diputados reaccionarios, conocido como el Manifiesto de los Persas. Se reclamaba la vuelta al sistema del Antiguo Régimen y a la situación de partida de 1808. Se reivindicaba el carácter ilimitado del poder del Rey, se defendía la Alianza del altar y del trono, divisa que pasó a significar la unidad entre los estamentos privilegiados y la Corona para detener cualquier cambio en el sistema social y político. El documento resulta interesante como reflejo de una corriente ideológica, la del absolutismo reaccionario, que pretende volver al Antiguo Régimen. En el primer párrafo del texto, a modo de preámbulo, se cita una costumbre persa, cuya monarquía autocrática se enfrentaría a la democracia ateniense y a la monarquía electiva espartana. Calificará de anárquico y revolucionario el período constituyente de Cádiz, pidiendo la restitución en el trono de su legítimo dueño. En este sentido, el manifiesto es también una justificación de estos nobles y clérigos que no pudieron o no supieron parar el proceso revolucionario de las Cortes de Cádiz, y aquí se están autojustificando ante Fernando VII.

Las primeras medidas del Rey se encaminaron a satisfacer las reclamaciones de quienes apoyaron el golpe. El decreto del 4 de mayo eliminó la soberanía nacional y la institución que la representaba, las Cortes constitucionales. También quedaron derogadas la Constitución de Cádiz y la legislación ordinaria. Así, se anularon las medidas desamortizadoras, los inicios de reforma fiscal o la libertad de imprenta. Se restituyeron los privilegios de la nobleza y de la Iglesia. Se restablecieron el Tribunal de la Inquisición y la Mesta, y se permitió incluso el retorno de la Compañía de Jesús.

Consecuencia inmediata del golpe de Estado fue la represión. Se procedió a la detención y juicio tanto de los afrancesados como de los liberales, acusados respectivamente de traición y de conspiración contra el Rey. Tampoco los absolutistas intransigentes y los liberales recibieron mejor trato pues el fracaso de estos lo pagaron con el destierro y la confiscación de sus bienes. Diferente trato recibieron los funcionarios que habían jurado fidelidad al nuevo Rey para mantener sus empleos: la mayoría de ellos fueron excluidos de las medidas represivas de Fernando VII.

Fernando VII gobernó mediante sucesivos ministros, en permanente inestabilidad política ante la falta de coherencia en la línea a seguir y la incapacidad de los consejeros del Rey para gobernar un país que, ya no podía ser gobernado como antes. El auténtico gobierno en la sombra lo constituía la camarilla.

El resultado fueron seis años caóticos, en los que los problemas se fueron agravando hasta provocar el triunfo del golpe militar de 1820. Una serie de graves problemas acabó por dar al traste con el régimen absolutista. Finalmente, el pronunciamiento del comandante Riego, el 1 de enero de 1820, tiene éxito y recibe el apoyo popular necesario para triunfar, restaurándose la Constitución de Cádiz.

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