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Kant - CONOCIMIENTO

Kant quiere mostrar cuáles son el origen, los límites y la posibilidad del conocimiento científico. En su análisis del conocimiento, distingue dos facultades de conocimiento en el ser humano:
Sensibilidad y entendimiento. La sensibilidad es la capacidad de captar los fenómenos a través de los sentidos produciendo sensaciones, intuiciones, que pueden ser: empíricas, que son los datos de la experiencia, a posteriori; y las puras, a priori. El entendimiento es la facultad de pensar y explicar los fenómenos que capta la sensibilidad a través de los conceptos. Éstos pueden ser de dos tipos: empíricos formados por el proceso de abstracción, a posteriori; y puros, a priori a los que llama categorías. Las categorías tienen tres carácterísticas: son a priori, trascendentales (innatas), y puras, es decir, vacías de contenido empírico porque no describen nada que exista en el mundo exterior. 

En el conocimiento que el ser humano tiene del mundo hay una parte que procede del propio mundo, los datos empíricos, y otra que procede de la estructura cognitiva del sujeto, el espacio, el tiempo y las categorías. Esto se distingue entre fenómeno y noúmeno. Los noúmenos son las cosas tal como serían en sí mismas, sin que las modificásemos con nuestro esquema categorial. Los fenómenos son esas mismas cosas en tanto que captadas por la sensibilidad modificadas por nuestro aparato cognitivo, espacio, tiempo y categorías. 

El idealismo trascendental se presenta como una síntesis entre Empirismo y Racionalismo, ya que afirma que el conocimiento es una composición de lo que recibimos del mundo a través de la experiencia, y lo que nuestras facultades de conocimiento imponen a esa experiencia de forma innata.

Según Kant los juicios o leyes científicas deben ser juicios sintéticos a priori para aumentar nuestro conocimiento del mundo.

Por metafísica entendemos el conocimiento de todo lo relativo a Dios, al alma y al Universo como totalidad. Como se ve son tres ideas de las que no hay experiencia. La metafísica intenta establecer leyes acerca de estas tres ideas que deben estar basadas en las categorías. Pero las categorías sólo proporcionan conocimiento científico si se aplican a la experiencia. La metafísica hace un uso ilegítimo de las categorías al aplicarlas a algo que queda más allá de toda experiencia y, por ello, no es una ciencia.

Dios, alma y mundo son tres ideas de la razón, acerca de las cuales construimos teorías que se pueden refutar y demostrar al mismo tiempo utilizando argumentos racionales.


Rousseau - ANTROPOLOGÍA

La teoría del contrato social de Rousseau parte previamente de un análisis de la naturaleza humana que se resume en tres ideas:

A) El ser humano es bueno por naturaleza, amante de la justicia, la bondad, la paz

B) Son nuestras organizaciones sociales y políticas las que lo corrompen

c) Es necesario instaurar nuevas organizaciones sociales y políticas legítimas y atender a la educación de los ciudadanos, único modo de regenerar al hombre.

Para explicar cómo era el ser humano antes de la aparición de la sociedad y del Estado, Rousseau elabora la hipótesis del “buen salvaje”. El hombre en estado de naturaleza es feliz con el instinto de supervivencia y la compasión, un sentimiento que lleva al ser humano a evitar el sufrimiento innecesario a los demás, es bueno y es pacífico.


Hume - ÉTICA

Hume afirma que nuestras ideas morales tienen su fundamento en la experiencia, por lo que los seres humanos no tenemos ideas innatas sobre el bien y el mal. Sostiene un emotivismo moral oponiéndose al intelectualismo moral que basa la ética en la razón. Nuestra conducta moral no puede estar determinada racionalmente porque la razón es incapaz de mover al ser humano. Lo que nos impulsa a actuar, y es el fundamento de nuestras decisiones morales, es la emoción, el sentimiento y el deseo.

Hume razona del siguiente modo: la razón sólo es capaz de dos tipos de conocimientos, los que se refieren a relaciones de ideas y los que se refieren a cuestiones de hecho y las cuestiones morales no son ni lo uno ni lo otro así que no proceden de la razón sino del sentimiento.

Hume afirma que las cuestiones morales no son relaciones de ideas y que la moralidad no es un hecho particular y concreto que esté presente en nuestra conducta. Es el sentimiento el que establece nuestras valoraciones morales: llamamos virtud a aquello que nos produce un sentimiento de aprobación y vicio a lo contrario. La bondad y la maldad no son cualidades de las acciones humanas mismas sino que surgen cuando esas acciones son analizadas por un ser que posee sensibilidad moral. Hume sostiene un utilitarismo moral al afirmar que los seres humanos sentimos que es bueno aquello que resulta úti y beneficia a la sociedad, ya que nos damos cuenta de que nuestros intereses privados están mejor protegidos cuando se encuadran en el bien colectivo. Nos dice que en el ser humano hay un cierto sentimiento de simpatía hacia la humanidad que le hace desear la felicidad de los demás pero que en el fondo no es más que el deseo egoísta de su propia felicidad.

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